divendres, de setembre 30, 2005

Nuestros propósitos

Una vida llena de propósito, por mucho que se ame a Dios, no siempre es sinónimo de buen camino. Muchos somos los que nos hemos propuesto más de una vez el llevar a delante propósitos personales creyendo que eran llamados para la obra de Dios, y los cuales, finalmente, hemos podido comprobar que han necesitado de nosotros y en algunos casos de otros hermanos, un gran esfuerzo personal para llevarlos a buen fin, o en el peor de los casos, haber tenido que abandornarlos por el camino por un enfriamiento del propósito inicial o clara falta de fruto en ellos. Y razón esta, que finalmente y más que beneficiar la obra de Dios, se ha dejado por enésima vez en entredicho la grandiosidad de nuestro Padre. La razón y en la mayoría de estos casos, ha sido debida a que fue nuestro propósito y no el de Dios. La obra de Dios, aquella que está dentro de Su propósito, que no el nuestro (por cierto: !SOLO HAY UNA OBRA DE DIOS!) siempre llega a su fin por mucho que parezcan torcerse las cosas. Pero desgraciadamente no siempre nos resulta fácil aceptar que aquello que en un principio creimos y pusimos por obra con tanta ilusión y "fe", no era verdaderamete un propósito real de Dios y... Nuestro orgullo, es nuestro orgullo: !HA DE SER DE DIOS A CUALQUIER COSTE!

La Biblia nos insta una y otra vez a que esperemos a ser guiados por el Espíritu Santo antes de tomar cualquier decisión. Pero por desgracia y mayoritáriamente en la actualidad, los creyentes han traspasado la barrera intraspasable del no esperar al llamado real, aquel llamado que Dios pone en nuestro corazón y que es verdaderamente su propósito; llamado que nos es dado a conocer por el Espíritu Santo. Ahora bien, para en verdad poder reconocer que es de Dios el llamado y no de..., primeramente habremos de haber sido, digamoslo así, adiestrados para reconocer cuando es el Espíritu Santo quien nos llama para determinado trabajo en la obra de Dios.

Esto suele suceder porque los creyentes desconocen que Satanás también evoluciona conforme vamos avanzando el camino de Dios y conociendo su verdad -sea dicho de paso, sólo hay una verdad, una fe y un Dios-. Porque este, Satanás, aprende de nosotros y como no, para nosotros en particular. Satanás no esta vencido ni mucho menos, Satanás tiene toda nuestra vida por delante para tratar de apartarnos del camino que nos lleva a la verdad del Padre, y puede perfectamente esperar por años el momento oportuno para sacar a la luz la artimaña que hasta entonces permaneció oculta en nosotros. Reconozcamos todos que Satanás es poderoso -no todo poderoso, porque este lo es Dios- pero muy poderoso y lo que más: sutil. Lo cual nos obliga a estar toda nuestra vida pendientes de nosotros mismos. Una excesiva confianza puede terminar mantando al más santo. Es por ello que cuando veamos -o nos muestren- en nosotros el más mínimo indício que Satanás pueda estar actuando en nuestras vidas, deberemos parar la obra y centrarnos plemamente en la oración, hasta que nos sea mostrado y finalmente erradicado de nuestras vidas y puesto en la Cruz. Porque de no hacerlo así, tarde o temprano tendremos que pagar las consecuencias.

Por supuesto que no es necesario que todo termine con malas consecuencias en un principio para nosotros, pero para Dios, todo aquello que se haga en su Nombre, como mínimo tine que ser digno de Él. Así que dejemonos de andar con vidas llenas de propósito y centremonos en vidas llenas de Espíritu y propósito real de Dios. Porque a la vista está que 2000 años después de Cristo, la llamada iglesia aun anda en pañales en cuanto al reino de Dios, y en consecuencia, aun deben de ser alimentados con leche la mayoría de creyentes y lo que peor, los dirigentes de estos creyentes. Y hablo de los dirigentes que andan en leche, porque los hay que... bueno, los hay de todos los colores, credos y religiones... que distan una eternidad del propósito real de Dios.

En cuanto a la verdad de lo dicho, tan sólo miremos a los grandes monstruos -sistemas eclesiásticos- que dicen llamarse iglesia verdadera de Cristo en la actualidad, y veremos donde nos llevan los própositos que no han sido ordenados y guiados por Dios. Aunque a la vista parezca que son obra de Dios, por su grandiosidad, consolidación, crecimiento y cantidad de fieles, todos sabemos que no andan confome a la Palabra de Dios y su sana enseñanza, sino conforme a los "buenos propósitos" de algunos hombres y que, al pasar de los tiempos, van terminado por su degeneración con la verdad y sana enseñanza que Cristo nuestro Señor nos enseñó.

Así pues y para terminar, tengamos presente que cada uno de los propósitos que vengan a nuestra mente deberán ser presentados en oración ante Dios y a la espera que el Espíritu Santo nos confirme que en verdad están dentro de Su propósito. Entonces y sólo entonces, tendremos plena autorización del Padre y lo que más: plena seguridad que la obra será finalizada conforme al plan de Dios. Obra que no necesariamente nos corresponderá a nosotros ver su final aquí y ahora. !SEÑOR: CUANDO ENTENDERÁN QUE LA OBRA NO COMENZÓ NI TERMINARÁ EN NOSOTROS!

Desde hoy y si algo te propones, asegurate que que sea en verdad para la gloria de Dios. Dejémonos ya de andar con vanaglorias personales y centrémonos de una vez y por todas en la obra de Dios. Obra que no es otra que: "Una voz grita: “Preparen al Señor un camino en el desierto, tracen para nuestro Dios una calzada recta en la región estéril. Rellenen todas las cañadas, allanen los cerros y las colinas, conviertan la región quebrada y montañosa en llanura completamente lisa. Entonces mostrará el Señor su gloria, y todos los hombres juntos la verán. El Señor mismo lo ha dicho (
Is.40:3-5) Pero por desgracia: no todos quieren, ni se esfuerzan por entender que: !LA VERDAD ESTÁ EN ELLO!.

Bendiciones y recuerda: "!Honor y gloria por siempre al Rey eterno, al inmortal, invisible y único Dios! Amén. (1 Ti 1.17)