dijous, de setembre 15, 2005

Morir y nacer de nuevo

Jn. 3:6: "Lo que nace de padres humanos, es humano; lo que nace del Espíritu, es espíritu"

Cláramente lo dice la Biblia: lo que nace del Espíritu, es espíritu. Por ello, todos los nacidos de nuevo, espíritu son. Hermanos, no se la razón que lleva a pensar a la mayoría de creyentes (si la se, pero será en otro momento) que Dios nos bendecirá con toda clase de bienes, digamoslo así, terrenales. Bien sabéis que muchos sois los que andais pidiendo a Dios que os bendiga con: una mejor casa, un mejor trabajo, un buen coche, más dinero, más salud, más... una lista interminable de cosas que nos pide la carne. Pero permitidme que os diga que: !ANDAIS EQUIVOCADOS! No quiero decir con esto que a Dios no le agrade bendecir a sus siervos con todas estas cosas que nos pide la carne, no, a Dios si le agrada, pero para que Dios os dé estas cosas, primeramente deberéis ser verdaderos siervos suyos. Quiero decir con esto, y como ya cité en anteriores escritos que: "...buscad primeramente el reino de los cielos y el hacer lo que es justo delante de Dios, y todas esas cosas se os darán por añadidura" (Mt. 6.33). Pero tened claro que os serán dadas siempre y cuando estén dentro del proposito de Dios, y su obra, mediante vosotros.

Para aclarar un poco más lo que estoy diciendo te diré que; morir es exactamente aquello que es: morir es renunciar a nuestro yo, a nuestro ser, a nuestras ilusiones, a nuestra vida, a todo, absolutamente todo nuestro ser antes de la conversión (llegar a ser como Jesucristo nuestro Señor, ni más ni menos). Porque de no ser así, no es morir, sino estar muerto a medias, por consiguiente, las medias no son enteras, y por ello, no estamos muertos; y razón esta por la cual aun no podemos nacer de nuevo, nacer del Espíritu, ser espíritu.

Y nacer de nuevo es ni más ni menos que nacer del Espíritu, ser espíritu. Y el que es espíritu: no necesita de nada que ofrezca este mundo, porque aquel que nació del Espíritu, ya no es de este mundo, sino del reino de Dios. Y por ello: nada, absolutamente nada de este mundo desea; porque todo es suyo y cuando digo todo es suyo, me estoy refiriendo a que todo cuanto necesite para llevar acabo el proposito que Dios predispuso, desde antes de los tiempos, para su nueva vida en Cristo, le será proporcionado por Dios mismo. Dejó ya de preucuparle... el pan para mañana, entre otras cosas. Y es entonces, cuando se ha nacido de nuevo, que podremos orar al Padre, en nombre de Jesucristo nuestro Señor, para que nos conceda todo cuanto le pidamos, como ahora: paz para la iglesia, salud para nuestros hermanos, humildad, sabiduría, paciencia, dominio propio, fidelidad... creo que entenderás qué es aquello que pide todo aquel que nació de nuevo, todo aquel que nació en verdad del Espíritu... !todo aquel que es espíritu!

Hermanos: prefiero hablar poco y claro, que mucho y difuso, por ello y como en artículos anteriores, lo dejo aquí. Cuando tengas claro todo esto y este por obra en tu vida, entonces podrás entender aquello que compartiré otro día.

Si no lo entendiste o aun no puedes aceptarlo, pido ahora mismo a Dios, en nombre de Jesucristo mi Señor, que te de la luz que necesitas para poder ver la verdad que quedó hoy escrita en lo más profundo de tu corazón.

Bendiciones de lo alto, si en verdad ese es tu anhelo.