dijous, d’abril 11, 2019

PARAULA DEL DIA

Salms 119:2.- Feliços els homes que guarden el seu pacte i cerquen el Senyor amb tot el cor,

✓ La paraula de hui ens diu que, feliços els que guarden el seu pacte. Oi que sí? Doncs bé, sona perfecte, però... Quin n'és el seu pacte? En saps d'ell? No? Doncs ale, ja saps què és allò que tens pendent d'apendre per a en veritat ser feliç. Res més per hui.

Benediccions.

dissabte, de desembre 07, 2013

De la falta de acción de gracias al pecado de soberbia!


Estimados míos, la Paz del Señor sea en vosotros:

Tenemos lo que tenemos, somos lo que somos y estamos donde estamos, todo gracias a nuestro Padre y Dios Todopoderoso. Todos y por igual, en mayor o menor medida, hemos pecado en ocasiones de soberbia, al creernos que estamos donde estamos, somos lo que somos y tenemos lo que tenemos, gracias a nuestro esfuerzo y dedicación, olvidándonos que ha sido Dios, por gracia, quién nos lo ha concedido todo. Miremos que nos dice la Palabra:

Jn 3.27.- Juan les dijo: —Nadie puede tener nada, si Dios no se lo da.

Clarito, eh? Esta es la verdad, no hay otra. Todo lo que somos, tenemos y hemos conseguido, ha sido por gracia de Dios, dado desde el cielo. Y sí, lo se, los habrá que ya estarán pensando: —No hombre, no, he sido yo, con mi inteligencia, esfuerzo y dedicación, quién lo ha conseguido. ¿Estás seguro? soberbia, pura y dura soberbia humana. Te lo acaba de decir la Palabra ahora mismo: —Nadie puede tener nada, si Dios no se lo da. 


El hombre, ya en sus inicios, cayó en el huerto del Edén por este mismo pecado, la soberbia. Adán, por gracia de Dios, lo tenía todo a su alcance y sin haber hecho nada por su parte para conseguirlo, pero no, de ninguna forma le dio gracias a Dios, más bien todo el contrario (*). Decidió tomar el lugar de Dios mismo, y aquí puso fin a la bendición que el Señor había derramado sobre él y todos sus descendentes; en no reconocer que todo cuando tenía, era y disfrutaba, le había sido dado desde el cielo por Dios mismo. Pero desgraciadamente al pecar, al incumplir el mandamiento, en no tenerlo presente, se levantó más allá de la voluntad del Señor, se puso a su nivel, y lo perdió todo: la relación personal –comunión– con Dios; la seguridad y tranquilidad que le brindaba el huerto del Edén donde no le faltaba de nada; el acceso al árbol de la vida del que hubiera podido comer y no morir nunca... e incluso, lo más grave, perdió su inocencia y conciencia inmaculada que nunca le acusaba de nada, al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal.

No estimados míos. De ninguna forma caigamos en el error de creernos que hemos sido nosotros quien hemos conseguido ser, tener y estar donde estamos por nosotros mismos. Esto es pecar gravemente contra nuestro Padre mismo, esto se ser soberbios ante Él.

Lo se, por experiencia lo se. Dar gracias a Dios por todo cuánto nos acontece en nuestras vidas es complicado y difícil, más todavía si las cosas nos parecen ir mal. Pero esto nos pasa porque en nuestro ser, la carnalidad, busca la gloria para si, para sentirnos satisfechos nosotros mismo, pero... y la gloria de Dios, ¿dónde queda la gloria que Dios se merece por todo cuánto por nosotros ha hecho y nos ha concedido? ¿Dónde queda la acción de gracias de todo corazón ante nuestro Creador? Con esta actitud lo que verdaderamente conseguimos es estar cada día más apartados del Señor, de sus bendiciones, de todo aquello que Él nos ha prometido.

Hoy, ahora mismo, te exhorto a que si todavía nunca has adorado el Padre en verdadera acción de gracias, o si hace tiempo que no lo has hecho, alces los ojos al cielo y, fijándolos en Jesucristo con verdadera humildad y arrepentimiento, le manifiestes sinceras gracias al Padre en el nombre de su Hijo, por todo cuánto hoy eres, tienes, has conseguido y disfrutas gracias a Él; pero que erradamente pensabas –o has pensado– que había sido posible por ti mismo.

Hasta que de todo corazón y sinceramente no acudimos ante el Señor con verdadera humildad, reconociendo que sin Él nada somos, nada podríamos ser, nada podríamos tener... Roguemos porque el Padre nos revele y de a conocer la verdadera sabiduría que nos lleve a ser cada día más y más como su Hijo Jesucristo, Señor y Salvador nuestro.

Finalmente, y para aquellos que puedan llegar a pensar o decir, que Dios nunca les ha dado nada, que no los escucha, que no es... Estimado, hazte estas preguntas: ¿Crees en Dios, que existe? ¿Estás haciendo aquello que a Él le gusta? ¿Estás llenándote de su Palabra? ¿Tienes fe? ¿Le buscas cada día en oración sincera? Recuerda que te dice la Palabra: 


Heb. 11:6 Pero no es posible agradar a Dios sin tener fe, porque para acercarse a Dios, uno tiene que creer que existe y que recompensa a los que lo buscan.

La gracia del Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo sea en todos vosotros. Amén!

En Cristo Jesús, Raül Gil

*NOTA: Lee de nuevo los primeros capítulos del libro de Génesis, donde habla de Adán y Eva, y te darás cuenta que el ser humano, en sus inicios, en ningún momento da gracias a Dios para nada. En ningún momento nace de Adán una acción voluntaria de alabanza y adoración hacia su Creador por todo cuando le concedió para su deleite. La primera vez que el Señor es invocado por los hombres, que estos empezaron a sentir verdadera necesidad de Él, fue después del nacimiento de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios. (Gèn.4:26).

dissabte, de juny 15, 2013

¿Es Jesucristo el Nuevo Adán?...



No, no lo es. Creer que Jesús es el nuevo Adán es un tremendo error, por tanto que es contrario y totalmente a las Escrituras. O mejor dicho, es justamente lo contrario a lo que enseña la Biblia. 

Vamos a leer que nos dice la Escritura:

1Cor. 15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el POSTRER Adán, espíritu vivificante. 

¿Está claro, verdad? Cristo es el POSTRER Adán. Y siendo que POSTRER significa ÚLTIMO, nada tiene que ver con NUEVO. Pero por si acaso hay dudas, vamos a leer otras dos versiones distintas de la Biblia para tener la certeza que es el ÚLTIMO Adán, Y NO el NUEVO:

1Cor. 15:45 Así dice la Escritura: “El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente”; pero el ÚLTIMO Adán se convirtió en espíritu que da vida.

1Cor. 15:45 La Biblia dice que Dios hizo a Adán, que fue el primer hombre con vida. Pero Cristo, a quien podemos llamar el ÚLTIMO Adán, es un espíritu que da vida.

¿Entendido? Es una aberración creer que Cristo es el NUEVO Adán, por tanto que se está contradiciendo la Escritura que claramente indica que es EL POSTRER Adán. Se le está cambiando totalmente su significado. Lo cual, y a su vez, impide el debido entendimiento de las Escrituras, haciéndolas imposibles de bien comprender. Hecho este que ha llevado a la proliferación de erradas enseñanzas totalmente contrarias a la Palabra de Dios, y que algún día os hablaré de ellas, como ahora la de la supuesta "Nueva Eva".

Sí, lo se, quizás alguno diga: es que el griego permite traducir por nuevo. Pues no, no es así, el griego lo deja aun más claro. Ya que la palabra griega utilizada es "ésjatos", la cual es usada en 6 ocasiones más en el Nuevo Testamento, y siempre e igualmente en el sentido de ÚLTIMO, POSTRER, y nunca en el sentido de algo NUEVO.

Leámoslos:

Mat. 12:45 Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el POSTRER (ésjatos) estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación.

Mat. 27:64 Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el POSTRER (ésjatos) error peor que el primero.
Luc. 11:26 Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el POSTRER (ésjatos) estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero.
1Cor. 15:26 Y el POSTRER (ésjatos) enemigo que será destruido es la muerte.

1Cor. 15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el POSTRER (ésjatos) Adán, espíritu vivificante.
2Ped. 2:20 Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su POSTRER (ésjatos) estado viene a ser peor que el primero.

Jud. 18 los que os decían: En el POSTRER (ésjatos) tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos.

¿Claro? La palabra griega "ésjatos" es utilizada en 7 ocasiones en todo el Nuevo Testamento, y como hemos visto, siempre, en el sentido de ÚLTIMO, DE POSTRER, nunca en el sentido de NUEVO. Lo cual deja en claro que es una aberración muy difundida a día de hoy, el creer que Cristo es el NUEVO Adán, cuando a la verdad es EL ÚLTIMO Adán. Es cambiar y totalmente el significado de la Escritura. Es confundir a los creyentes, e impedirles que puedan llegar al conocimiento de la verdad.

No, no creas todo lo que oigas, venga de quien venga. La Escritura nos ha sido dada para que podamos mediante ella saber quien habla verdad y quien habla mentira. Quienes son verdaderos siervos del Señor y quienes no. Y si no la lees nunca, ten la certeza que aquello que crees es verdad, de seguro que estará contaminado de mentiras, y la mentira, su fin, es apartarte de la verdad, de Cristo mismo.

En Cristo Jesús, Raül Gil

dimecres, de gener 30, 2013

Es María madre de Dios?



María es madre de Jesús, y si mucho aprietan, madre de mi Señor. Nunca olvidemos que es así como está indicado en la Escritura que, como bien sabemos; contiene la revelación sin error, inspirada por el Espíritu Santo, y siendo Dios su autor. Por lo tanto, de entre todas las acepciones posibles que pudiesen ser dadas por interpretación humana, la más correcta y sin margen de error es aquella –o aquellas– que estén reflejadas en la Escritura.

Dios es Espíritu. Lo sabemos porque nos lo dice el mismísimo Señor Jesucristo (cf. Jn. 4:24) Y sabemos que un espíritu no tiene carne ni huesos, porque igualmente nos lo dice el Señor (cf. Luc. 24:39).

Sin olvidar, y escrito está igualmente, que para nosotros solo hay un Dios, el Padre; y un Señor, Jesucristo (cf. 1Cor. 8:6). Lo cual es profesado igualmente en los dos Credos, el de los Apóstoles y el de Nicea. Sin olvidar que toda lengua ha de confesar que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre (cf. Filip. 2:11).

En Jesucristo, sí, se dan dos naturalezas distintas. E igualmente sí, en una sola persona. Y sí, sus dos naturalezas son indivisibles. Pero no olvidando que estas no están mezcladas, ni pueden ser confundidas. Jesucristo es hombre verdadero y Dios en sí mismo, indivisiblemente. Pero sin confundir jamás sus dos naturalezas ni mezclarlas, aun siendo, como es, una sola persona.

Al declarar que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, ya estamos afirmando y profesando que en la persona de Jesucristo se dan dos naturalezas, la humana y la divina, y no cabe añadir nada más para reconocerlo y confesar que es hombre y Dios verdadero. E igualmente, al declarar que Jesús es el Señor, estamos mismamente declarando que es hombre verdadero y Dios en sí mismo, sin ser necesario añadir nada más para confesarlo. Pero, y esto precisa de ser debidamente entendido, la persona lo es Jesús. No su divinidad (Dios), no su humanidad (Hombre), porque estas son sus dos naturalezas distintas, no mezcladas, ni confundidas. La persona lo es Jesús. Y María es madre de una persona, Jesús, que no de una naturaleza, sea esta la divina (Dios) o sea esta la humana (Hombre).

Este detalle es muy importante. La persona única lo es Jesús. Su humanidad y su divinidad son sus dos naturalezas distintas. Por ello la Escritura evita declarar que María es madre de Dios, por tanto la divinidad de Jesús es una de sus dos naturalezas, no la plenitud de su persona. Ser madre de Dios, es lo mismo que estar diciendo que es madre de una sola naturaleza que, además, es espíritu porque Dios es Espíritu, y un espíritu no tiene carne ni huesos. La persona lo es Jesús. No podemos olvidar que sus dos naturalezas, aun no estando mezcladas ni confundidas, no pueden dividirse. Jesucristo no es Dios, no es Hombre. Jesucristo es Dios y Hombre indivisiblemente.

Cuatro ejemplos claros:

1.- María madre de Dios: se está indicando la maternidad de una sola naturaleza, y con ello dividiendo la persona, por tanto que se está omitiendo su humanidad que es indivisible de su divinidad, y se están confundiendo y mezclando a su vez sus dos naturalezas por tanto que el Hijo de Dios, es Dios de Dios, engendrado del Padre y de la misma naturaleza y sustancia que el Padre, que no de María.

2.- María madre de hombre: igualmente se está indicando la maternidad de una sola naturaleza, y con ello dividiendo la persona, por tanto que se está omitiendo su divinidad que es indivisible de su humanidad, y se están confundiendo y mezclando sus dos naturalezas por tanto que Jesús, como hombre, es engendrado por obra del Espíritu Santo, y consustancial a María, que no a Dios.

3.- María madre de Jesús: Aquí sí. Como madre de Jesús se está reconociendo y profesando que es madre de la persona. Sin dividir y sin confundir ni mezclar sus dos naturalezas distintas.

4.- María madre del Señor: Igualmente sí. Como madre del Señor se está reconociendo y confesando que es madre de la persona. Sin dividir y sin confundir ni mezclar sus dos naturalezas distintas.

No olvidando que la Escritura no indica nunca que María es madre de Dios, sino madre de Jesús (cf. Jn. 2:1; Jn. 2:3; Hech. 1:14). Y en una única ocasión, por medio de Isabel, madre de mi Señor (cf. Luc. 1:43)

En Cristo Jesús, Raül Gil

PD. Dios mediante, continuará...


dijous, de gener 24, 2013

Todos hemos pecado a los ojos de Dios!


Nunca digas que eres buena persona. Ni siquiera el Señor Jesucristo, que es sin pecado, se atrevió a hacer semejante afirmación. De hecho, cuando una persona le dijo —"Maestro bueno", el Señor le contestó: —“¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios”. Y si el Señor Jesucristo dice que "ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios”, esta es la verdad que se debe creer por sobre nuestros pensamientos y entendimiento, y por muy buenos que nosotros mismos nos veamos y consideremos.

Decir que somos buenos es lo mismo que declarar que el Señor Jesucristo no dice verdad cuando afirma que “ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios”. Y más cuando la misma Escritura, en otro lugar, nos dice que "no hay ni un solo justo".

No digas que eres bueno, porque si verdaderamente fueses buena persona, si fueses justo a los ojos de Dios, no necesitarías para nada al Señor Jesucristo, puesto que él no vino, no sufrió el calvario, por los justos, no, sino que claramente el Señor nos dice —“Yo no he venido a llamar a los justos, sino los pecadores”.

Tú dirás: —pero es que yo no he hecho nunca mal a nadie, soy buena persona. Bien, la Escritura nos dice que aquel que incumple un solo mandato, incumple toda la ley. E incumplir la ley es cometer pecado a los ojos de Dios. Y claramente de nuevo la Escritura nos lo dice: “la paga del pecado es muerte”. Es decir; que aquel que peca, que incumple un solo mandato, ya merece a los ojos de Dios su juicio, ya ha pecado ante él.

Ahora, llegados aquí, tú mismo hazte la siguiente reflexión para ver si has pecado alguna vez o no lo has hecho nunca. Y si tras reflexionar sobre la palabra de Dios, tú, ante él, puedes convencerlo que nunca has cometido pecado, tal vez podrás decir que eres bueno. Pero si la palabra de Dios te muestra que has incumplido el mandato... Leamos la palabra de Dios:

Gálatas 5.14.- En efecto, toda la Ley encuentra su plenitud en un solo precepto: ama a tu prójimo como a ti mismo 

Toda la Ley, todos los mandatos de Dios, todo aquello que a Dios le gusta, como hemos leído, encuentra su plenitud en un solo precepto, un solo mandato: AMA A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO.

Ahora se sincero ante Dios: ¿Amas a tu prójimo como a ti mismo? ¿Todos los días? ¿En cada momento? ¿Sin acepción de personas? ¿Estás seguro? Hay que tener en cuenta que no se trata de intentarlo, no, sino de cumplirlo, porque en el momento que dejamos de cumplir un mandato, una única vez, tan sólo un momento, ya hemos incumplido, porque así está escrito y por parte nuestra, toda la ley. Ya hemos pecado y hemos dejado de ser buenos y justos a los ojos de Dios.

Un ejemplo: ¿cuando has dado ropa a una persona necesitada, se la has dado nueva o, al contrario, te has comprado tú la nueva y has dado la que ya no te hace gracia? Si lo has hecho así queda claro que no has amado a tu prójimo como a ti mismo, sino que te has amado más, mucho más, a ti mismo, por lo cual: MANDATO INCUMPLIDO, Y PECADO ANTE DIOS!

Reflexiona sobre tu actitud en todas las áreas de tu vida, y mira si has sido capaz todos los días de amar a los otros EXACTAMENTE como te has amado a ti mismo... Ya tienes la respuesta, ¿verdad? GLÒRIA A DIOS, para ello vino Jesús, para buscarte a ti, y mediante su palabra y obra, hacerte ver que no eres bueno ni justo a los ojos de Dios, pero gracias a tu fe en él, cuando le aceptas como tu salvador, Dios Padre te perdona todos los pecados que has cometido. Esta es la base y fundamento del Evangelio que nos ha dado a conocer nuestro Señor Jesucristo. ¿Entendidos?

Hace falta reflexionar y ser sinceros ante Dios. Y si la palabra que hoy has leído te ha mostrado que no has guardado el mandato, es el momento de pedir perdón a Dios Padre y darle las gracias por su Hijo Jesucristo y todo aquello que por nosotros ha hecho, hace y hará.

En Cristo Jesús, Raül Gil

dijous, de gener 10, 2013

También los demonios creen, y tiemblan



Sant. 2:19.- Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan
 ¿Tienes temores? ¿Tienes dudas? ¿Te ves acorralado? ¿Te ves sin salida? ¿Tiemblas antes la adversidad?... Lee bien, los demonios también creen, y tiemblan.

Si todo ello se está dando en tu vida, si estás teniendo dudas o temores. Si te estás viendo sin salida, si tienes miedos ocultos… te sugiero que rectifiques ante el Señor, porque ello, como hemos leído, es lo que les acontece y sucede a los demonios que, creyendo que Dios uno es, que existe, que es, aun así tiemblan.

Todo ello se da en nosotros, los creyentes, cuando hemos caído de la fe, cuando nos hemos dejado llevar por las mentiras y engaños del diablo, y en vez de creer en las promesas y palabra de Dios, estamos dudando de las mismas y, por ello, dejando de dar alabanza y gloria a Dios.

¿Qué es la fe? Escrito está: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". Y el enemigo sabe muy bien que si logra sembrar en nosotros la duda, el desconsuelo, el temor, ya ha logrado apartarnos de la fe y, por ello, e igualmente está escrito; "hemos dejado de agradar a Dios, por tanto que sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan". 

Mírate a ti mismo ahora. Mira si ves que existe en ti algún temor, alguna duda, algún desconsuelo, si estás temblando por lo que te está aconteciendo, etc, y si se está dando, ten la certeza que tu fe está siendo débil y que el enemigo está tratando de engañarte y apartarte del Señor.

Es tiempo de oración y lectura bíblica, e incluso ayuno de ser necesario. Es el momento de acudir al Señor, y a solas con él, en tu habitación; contarle tus temores y dudas hasta ser librado de ellas. Y lo debes hacer, porque cuando se da el temor, cuando temblamos por todo cuanto nos está pasando y como hemos leído, es muy posible que se está dando la fe de los demonios en nosotros mismos, por tanto que estos, aun creyendo en Dios, TIEMBLAN DE MIEDO.

Si crees, pero tiemblas de miedo, escrito está que estás creyendo conforme creen los demonios mismos. Revisa tu condición, y no dudes de acudir al Señor y clamar porque te restaure de nuevo y quite de ti todo espíritu de derrota, engaño y temor.

En Cristo Jesús, Raül Gil

dimarts, de desembre 25, 2012

No eches tus culpas a Satanás...


El Señor te bendiga:

Hemos estado confundidos y por largo tiempo, y ello, porque nos hemos dejado llevar por lo que unos y otros nos han contado, olvidando que el único que tiene la respuesta verdadera, el único que toma de Cristo, nos recuerda todas las cosas, y le glorifica, lo es el Espíritu Santo. Y cuando él habla, cuando nos es revelado por él la verdad de Dios, muchas son las cosas que, creyendo ser verdad, no lo son tanto, por no decir nada.

Aunque suene extraño, y parezca incluso que no estoy en mis cabales, ahora se que de modo alguno podemos acusar a Satanás de nuestras faltas, transgresiones y pecados. No, de modo alguno. En ese error ya cayó Eva. Hacerlo es un modo sutil y astuto de pretender justificarnos e intentar ser menos culpables ante Dios, pero de modo alguno sirve para librarnos de nuestra culpa, y mucho menos mitigar nuestro pecado.

Sí, es verdad que Satanás nos tienta. Pero solo hace eso, tentarnos. El caer, el sucumbir a la tentación, el pecar, ya corre por nuestra cuenta. Pretender excusarnos ante Dios, diciéndole que por culpa de Satanás hemos pecado, hemos caído, ello solo muestra una clara debilidad en nosotros, y un aun querer justificarnos cuando algo hacemos mal.

Somos advertidos que hemos de velar, de estar atentos, de no dejar de orar, de estar en constante comunión, de que Satanás está al acecho como un león rugiente buscando a quien devorar. Pero igualmente nos son indicadas las armas que hemos de utilizar para vencer la tentación cuando esta se presente, y nos es dicho que la resistamos. Y todo ello nos deja en claro que seremos tentados, pero a su vez nos dice el como lograr resistir la tentación.

No, de modo alguno se puede acusar a Satanás de aquello que ha sido por culpa nuestra. Satanás no puede ser nuestra excusa de modo alguno. Si pecamos, si sucumbimos a la tentación, nosotros somos culpables y no podemos escudarnos ante Dios diciéndole que por culpa de Satanás, que nos tentó, hemos pecado.

Sí, es verdad que Satanás, por tentar, también es condenado por Dios. Igualmente nos es mostrado en Génesis. Igualmente vemos que Dios condenó a Satanás por haber engañado a Eva, pero Eva no se libro de su parte de culpa ¿verdad que no?

Forma parte de la naturaleza humana, y bien lo sabes, y bien se ve en todos, el excusarse cuando algo mal se hace, cuando somos descubiertos. Todos y por igual, de un modo u otro tratamos de hallar una salida ante nuestro error, ante nuestro pecado. Pero ello está mal, aun habiendo sido tentados por Satanás, no podemos excusarnos ante Dios de modo alguno diciéndole que, por su culpa, hemos pecado. No, la culpa de pecar es nuestra. El pecado está a la puerta, si hiciésemos el bien, lo podríamos dominar. Pero claro; abandonamos la oración, olvidamos de leer la Escritura, nos dejamos llevar por la carne... le abrimos las puertas de par en par, Satanás nos tienta, y para que parezca menor nuestra culpa cuando sucumbimos por no estar alerta, le tiramos las culpas y... ello muestra una clara debilidad, y un aun seguir andando en la carne y obrando conforme esta.

No, la Escritura no dice en lugar alguno que por culpa de Satanás el pecado entró en el mundo, ni mucho menos que por culpa de Satanás somos pecadores. No, la Escritura dice que por la transgresión de un solo hombre, el pecado entró en el mundo. Satanás tentó, es verdad, pero el culpable lo fue el hombre, lo somos nosotros, por dejar de lado la Palabra de Dios

Dicho de otro modo y para que bien entiendas: Cuando peques, cuando sucumbas a la tentación, no busques en otros el mitigar tu culpa. No trates de justificarte ante Dios diciéndole que por culpa de cierta persona, de cierta acción, de cierto momento, de determinada situación, tú has sucumbido a la tentación y has pecado. Ello no es aceptado por Dios de modo alguno. Esta actitud muestra que aun sigues pretendiendo justificarte ante Dios cuando cometes alguna falta grave o transgresión que te ha llevado a pecar y, por ello, apartarte de la comunión debida con el Señor.

Eva lo hizo, Adán lo hizo (lo puedes ver en el libro de Génesis) pero no por ello evitaron cargar con su correspondiente parte de culpa y de nada les sirvió el tratar de justificarse intentando aparentar ser menos culpables, por causa de aquel, o aquello, que les tentó. Cuando peques, reconoce tu pecado y culpa ante Dios, y hallarás su perdón y restaurarás de forma inmediata tu comunión con Él, por medio de –y gracias a– la preciosa sangre de Jesucristo el Señor.

Se que el Espíritu Santo te hará entender.

En Cristo Jesús, Raül Gil