dissabte, de desembre 07, 2013

De la falta de acción de gracias al pecado de soberbia!


Estimados míos, la Paz del Señor sea en vosotros:

Tenemos lo que tenemos, somos lo que somos y estamos donde estamos, todo gracias a nuestro Padre y Dios Todopoderoso. Todos y por igual, en mayor o menor medida, hemos pecado en ocasiones de soberbia, al creernos que estamos donde estamos, somos lo que somos y tenemos lo que tenemos, gracias a nuestro esfuerzo y dedicación, olvidándonos que ha sido Dios, por gracia, quién nos lo ha concedido todo. Miremos que nos dice la Palabra:

Jn 3.27.- Juan les dijo: —Nadie puede tener nada, si Dios no se lo da.

Clarito, eh? Esta es la verdad, no hay otra. Todo lo que somos, tenemos y hemos conseguido, ha sido por gracia de Dios, dado desde el cielo. Y sí, lo se, los habrá que ya estarán pensando: —No hombre, no, he sido yo, con mi inteligencia, esfuerzo y dedicación, quién lo ha conseguido. ¿Estás seguro? soberbia, pura y dura soberbia humana. Te lo acaba de decir la Palabra ahora mismo: —Nadie puede tener nada, si Dios no se lo da. 


El hombre, ya en sus inicios, cayó en el huerto del Edén por este mismo pecado, la soberbia. Adán, por gracia de Dios, lo tenía todo a su alcance y sin haber hecho nada por su parte para conseguirlo, pero no, de ninguna forma le dio gracias a Dios, más bien todo el contrario (*). Decidió tomar el lugar de Dios mismo, y aquí puso fin a la bendición que el Señor había derramado sobre él y todos sus descendentes; en no reconocer que todo cuando tenía, era y disfrutaba, le había sido dado desde el cielo por Dios mismo. Pero desgraciadamente al pecar, al incumplir el mandamiento, en no tenerlo presente, se levantó más allá de la voluntad del Señor, se puso a su nivel, y lo perdió todo: la relación personal –comunión– con Dios; la seguridad y tranquilidad que le brindaba el huerto del Edén donde no le faltaba de nada; el acceso al árbol de la vida del que hubiera podido comer y no morir nunca... e incluso, lo más grave, perdió su inocencia y conciencia inmaculada que nunca le acusaba de nada, al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal.

No estimados míos. De ninguna forma caigamos en el error de creernos que hemos sido nosotros quien hemos conseguido ser, tener y estar donde estamos por nosotros mismos. Esto es pecar gravemente contra nuestro Padre mismo, esto se ser soberbios ante Él.

Lo se, por experiencia lo se. Dar gracias a Dios por todo cuánto nos acontece en nuestras vidas es complicado y difícil, más todavía si las cosas nos parecen ir mal. Pero esto nos pasa porque en nuestro ser, la carnalidad, busca la gloria para si, para sentirnos satisfechos nosotros mismo, pero... y la gloria de Dios, ¿dónde queda la gloria que Dios se merece por todo cuánto por nosotros ha hecho y nos ha concedido? ¿Dónde queda la acción de gracias de todo corazón ante nuestro Creador? Con esta actitud lo que verdaderamente conseguimos es estar cada día más apartados del Señor, de sus bendiciones, de todo aquello que Él nos ha prometido.

Hoy, ahora mismo, te exhorto a que si todavía nunca has adorado el Padre en verdadera acción de gracias, o si hace tiempo que no lo has hecho, alces los ojos al cielo y, fijándolos en Jesucristo con verdadera humildad y arrepentimiento, le manifiestes sinceras gracias al Padre en el nombre de su Hijo, por todo cuánto hoy eres, tienes, has conseguido y disfrutas gracias a Él; pero que erradamente pensabas –o has pensado– que había sido posible por ti mismo.

Hasta que de todo corazón y sinceramente no acudimos ante el Señor con verdadera humildad, reconociendo que sin Él nada somos, nada podríamos ser, nada podríamos tener... Roguemos porque el Padre nos revele y de a conocer la verdadera sabiduría que nos lleve a ser cada día más y más como su Hijo Jesucristo, Señor y Salvador nuestro.

Finalmente, y para aquellos que puedan llegar a pensar o decir, que Dios nunca les ha dado nada, que no los escucha, que no es... Estimado, hazte estas preguntas: ¿Crees en Dios, que existe? ¿Estás haciendo aquello que a Él le gusta? ¿Estás llenándote de su Palabra? ¿Tienes fe? ¿Le buscas cada día en oración sincera? Recuerda que te dice la Palabra: 


Heb. 11:6 Pero no es posible agradar a Dios sin tener fe, porque para acercarse a Dios, uno tiene que creer que existe y que recompensa a los que lo buscan.

La gracia del Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo sea en todos vosotros. Amén!

En Cristo Jesús, Raül Gil

*NOTA: Lee de nuevo los primeros capítulos del libro de Génesis, donde habla de Adán y Eva, y te darás cuenta que el ser humano, en sus inicios, en ningún momento da gracias a Dios para nada. En ningún momento nace de Adán una acción voluntaria de alabanza y adoración hacia su Creador por todo cuando le concedió para su deleite. La primera vez que el Señor es invocado por los hombres, que estos empezaron a sentir verdadera necesidad de Él, fue después del nacimiento de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios. (Gèn.4:26).