dimecres, de setembre 14, 2005

Buscad primeramente...

Mt. 6.33: "Por lo tanto, buscad primeramente el reino de los cielos y el hacer lo que es justo delante de Dios, y todas esas cosas se os darán por añadidura"

Solo Dios sabe cuantos son los creyentes que andan cada día detras de las cosas de este mundo, sin preucuparse lo más mínimo por hallar primeramente el reino de Dios. Y la mayoría de ellos así lo hacen, por la sencilla razón que aquellos que deberían darselo a conocer no lo hacen, o no saben hacerlo. Por ello hoy hablaré apenas unas líneas sobre como saber si andamos o no por él.

Quiero comenzar por aquello que cláramente nos muestra si andamos o no camino del reino de Dios. Para ello deberemos mirar, primeramente, aquello que Dios hizo o está haciendo en nosotros. Como ahora: haber sido bendecido con los primeros frutos que da el Espíritu Santo y que no son otros que: ...amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Gál. 5:23) Tengamos presente que sin estos primeros frutos obrando en nuestra nueva vida, y que son el primer sintoma de que el Espíritu Santo está en nosotros, mejor será olvidarse de abanzar ningún paso más hasta que logremos estar llenos de ellos. Porque hermano, sin estos primeros frutos del Espíritu Santo, no se puede trabajar en/para la obra de Dios, pues esta, aun no está completa en nosotros mismos, y por consiguiente, aun andamos buscando el reino de Dios. Y... como decirte... mmmmm... !serás un ciego que guiará a otros ciegos!

Aré aquí un pequeño inciso: nadie debería ponerse a trabajar en la obra de Dios sin antes estar totalmente seguro de que anda totalmente conforme a la sana enseñanza, y no solo porque él así lo crea, sino porque otros también ven en él que así es. Porque hermanos: se ve a una legua de distancia que el Espíritu Santo reposa y ha tomado plenamente el control de la nueva vida del creyente, que es ya cristiano. En otras palabras más claras, todo aquel que no es guiado por el Espíritu Santo, no está capacitado para la obra de Dios y menos aun para guiar a otras creyentes.

Sigamos: una vez han comenzado a ser una realidad en nosotros mismos los frutos anteriormente citados, estos pasarán a afectar nuestro entorno más directo, en el caso concreto de ser un cristiano casado y con hijos, veremos claramente que: "En la intimidad de tu hogar, tu mujer será como una vid cargada de uvas; tus hijos, alrededor de tu mesa, serán como retoños de olivo" (Sal. 128.3) Y, de nuevo, debemos tener presente que hasta que esto no tenga lugar en nuestra propia casa, no estaremos preparados para salir a guiar las vidas de otros creyentes, y menos aun, las llamadas iglesias del Señor. Como ya dije al principio, cualquier crisitiano que en verdad quiera servir a Dios, deberá buscar primeramente su reino aquí en la tierra antes de ponerse a trabajar en la obra de Dios.

De nuevo haré un pequeño inciso: Desgraciadamente hay muchos líderes, pastores, maestros y demás creyentes en cristo, que a pesar de no estar llenos y obrando en ellos estos primeros frutos que da el Espíritu Santo, no han dudado en ponerse o ponerlos al cargo de grupos de creyentes o peor aun, pequeñas y grandes congregaciones, por la sencilla razón que... bueno, ellos y Dios sabe quien, sabrán cual es la razón por la cual están donde Dios no les ha mandado estar.

Termino aquí y por ahora este pequeño estudio, ya que prefiero hablar poco y claro, que mucho y confuso. Si lograste entender esto, estarás preparado para aquello que compartiré en otro momento. Si no: ¿a qué esperas para ponerte al trabajar en ello?

Nada más. Bendiciones de lo Alto.