dimarts, de desembre 25, 2012

No eches tus culpas a Satanás...


El Señor te bendiga:

Hemos estado confundidos y por largo tiempo, y ello, porque nos hemos dejado llevar por lo que unos y otros nos han contado, olvidando que el único que tiene la respuesta verdadera, el único que toma de Cristo, nos recuerda todas las cosas, y le glorifica, lo es el Espíritu Santo. Y cuando él habla, cuando nos es revelado por él la verdad de Dios, muchas son las cosas que, creyendo ser verdad, no lo son tanto, por no decir nada.

Aunque suene extraño, y parezca incluso que no estoy en mis cabales, ahora se que de modo alguno podemos acusar a Satanás de nuestras faltas, transgresiones y pecados. No, de modo alguno. En ese error ya cayó Eva. Hacerlo es un modo sutil y astuto de pretender justificarnos e intentar ser menos culpables ante Dios, pero de modo alguno sirve para librarnos de nuestra culpa, y mucho menos mitigar nuestro pecado.

Sí, es verdad que Satanás nos tienta. Pero solo hace eso, tentarnos. El caer, el sucumbir a la tentación, el pecar, ya corre por nuestra cuenta. Pretender excusarnos ante Dios, diciéndole que por culpa de Satanás hemos pecado, hemos caído, ello solo muestra una clara debilidad en nosotros, y un aun querer justificarnos cuando algo hacemos mal.

Somos advertidos que hemos de velar, de estar atentos, de no dejar de orar, de estar en constante comunión, de que Satanás está al acecho como un león rugiente buscando a quien devorar. Pero igualmente nos son indicadas las armas que hemos de utilizar para vencer la tentación cuando esta se presente, y nos es dicho que la resistamos. Y todo ello nos deja en claro que seremos tentados, pero a su vez nos dice el como lograr resistir la tentación.

No, de modo alguno se puede acusar a Satanás de aquello que ha sido por culpa nuestra. Satanás no puede ser nuestra excusa de modo alguno. Si pecamos, si sucumbimos a la tentación, nosotros somos culpables y no podemos escudarnos ante Dios diciéndole que por culpa de Satanás, que nos tentó, hemos pecado.

Sí, es verdad que Satanás, por tentar, también es condenado por Dios. Igualmente nos es mostrado en Génesis. Igualmente vemos que Dios condenó a Satanás por haber engañado a Eva, pero Eva no se libro de su parte de culpa ¿verdad que no?

Forma parte de la naturaleza humana, y bien lo sabes, y bien se ve en todos, el excusarse cuando algo mal se hace, cuando somos descubiertos. Todos y por igual, de un modo u otro tratamos de hallar una salida ante nuestro error, ante nuestro pecado. Pero ello está mal, aun habiendo sido tentados por Satanás, no podemos excusarnos ante Dios de modo alguno diciéndole que, por su culpa, hemos pecado. No, la culpa de pecar es nuestra. El pecado está a la puerta, si hiciésemos el bien, lo podríamos dominar. Pero claro; abandonamos la oración, olvidamos de leer la Escritura, nos dejamos llevar por la carne... le abrimos las puertas de par en par, Satanás nos tienta, y para que parezca menor nuestra culpa cuando sucumbimos por no estar alerta, le tiramos las culpas y... ello muestra una clara debilidad, y un aun seguir andando en la carne y obrando conforme esta.

No, la Escritura no dice en lugar alguno que por culpa de Satanás el pecado entró en el mundo, ni mucho menos que por culpa de Satanás somos pecadores. No, la Escritura dice que por la transgresión de un solo hombre, el pecado entró en el mundo. Satanás tentó, es verdad, pero el culpable lo fue el hombre, lo somos nosotros, por dejar de lado la Palabra de Dios

Dicho de otro modo y para que bien entiendas: Cuando peques, cuando sucumbas a la tentación, no busques en otros el mitigar tu culpa. No trates de justificarte ante Dios diciéndole que por culpa de cierta persona, de cierta acción, de cierto momento, de determinada situación, tú has sucumbido a la tentación y has pecado. Ello no es aceptado por Dios de modo alguno. Esta actitud muestra que aun sigues pretendiendo justificarte ante Dios cuando cometes alguna falta grave o transgresión que te ha llevado a pecar y, por ello, apartarte de la comunión debida con el Señor.

Eva lo hizo, Adán lo hizo (lo puedes ver en el libro de Génesis) pero no por ello evitaron cargar con su correspondiente parte de culpa y de nada les sirvió el tratar de justificarse intentando aparentar ser menos culpables, por causa de aquel, o aquello, que les tentó. Cuando peques, reconoce tu pecado y culpa ante Dios, y hallarás su perdón y restaurarás de forma inmediata tu comunión con Él, por medio de –y gracias a– la preciosa sangre de Jesucristo el Señor.

Se que el Espíritu Santo te hará entender.

En Cristo Jesús, Raül Gil

dissabte, de novembre 03, 2012

¿Qué es tener fe?...


¿Creer en Dios? No. ¿Creer en la Iglesia? No. ¿Creer en los sacramentos? No. ¿Ir a misa? No. ¿Ir al culto quizás? No. ¿Creer en Jesucristo? No. ¿Creer quizás en lo santos? No. ¿Creer en los líderes? No. ¿Creer en la Biblia? No… Entonces pues, ¿qué es la fe? Leamos:

Heb. 11:1 Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos.

Tener fe es tener la plena seguridad de que Dios cumplirá su Palabra, sus promesas, ante cualquier adversidad que se presente en nuestras vidas. Tener fe es estar convencido de la realidad de las cosas que aun no logramos ver, sabiendo y sin dudar que Dios ya ha dispuesto todo lo necesario para que acontezcan conforme a su Palabra y Promesas.

Muchos son los que dicen: -Yo tengo fe. Pero lo hacen en el sentido de que practican ciertos ritos, ciertas costumbres, que acuden a ciertos lugares, que creen que hay un Dios, incluso un Señor Jesucristo… pero todo ello NO ES FE. La fe es tener plena confianza en Dios, y estar completamente seguros que Dios cumplirá su Palabra, sus Promesas.

Es el peligro de la religión, cuando esta sustituye la fe por métodos, actos, símbolos, etc. que nos llevan a sentirnos cerca de Dios, pero que de nada sirven ante las pruebas del día a día, donde solo por fe pueden ser superadas para la gloria de Dios.

Tener fe, es tener plena certeza de lo que se espera, y un total convencimiento de que sea cual sea nuestra situación, nuestra necesidad, nuestro anhelo, Dios siempre obrará, sin tardar, conforme a su Palabra y Promesas.

Tener fe no es creer en Dios, sino CREERLE a Dios. Aspectos muy distintos. No es lo mismo creer en Dios (los demonios también creen y tiemblan de miedo. Stg. 2.19-20), que CREERLE a Dios.

La fe solo es puesta a prueba cuando todo es en apariencia contrario a la Palabra de Dios, a sus Promesas. La fe no se fundamenta en el ver, sino en el creer que Dios cumplirá lo prometido, lo anunciado, lo revelado, y sin tardar.

La duda, el desconsuelo, la desesperanza, el sentimiento de soledad, el temor, la desconfianza, los amuletos, la suerte… –es demasiado larga la lista como para escribirla–, todo ello, manifiesta una clara falta de fe, porque si leyésemos la Escritura, si atendiésemos todo cuanto Dios nos dice, de modo alguno todo ello podría tener lugar en nosotros y, mucho menos, impedir la paz y el gozo que se halla en Cristo Jesús.

Y la fe, mi apreciado lector, solo hay un modo de alcanzarla, y no es otro que leyendo la Escritura, para ser llenos de la Palabra de Dios que, en su momento justo, ante la prueba, nos será recordada para mediante ella, si la tomamos como verdadera, vencer en Cristo Jesús el Señor todas las vicisitudes y pruebas.

Escrito está:

Rom. 10:17 Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo.

Así pues, no lo dudes. Si no eres un habitual lector de las Escrituras, si nunca las lees, o peor; nunca las has leído, puedes estar seguro que tu fe no está siendo conforme al Evangelio, conforme al mensaje de vida eterna, sino conforme a tus propios razonares y pensamientos, y estos, ante la necesidad, ante la adversidad, ante sea cual sea la prueba, en nada te podrán ayudar, y poco Dios por ti hará, por tanto que:

Heb. 11:6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

Esta es, si así lo deseas y consideras, tu reflexión para hoy. Ahora es el momento de preguntarte, ante el Señor, si siempre y ante la adversidad confías o no plenamente en Él, o por el contrario... Es tiempo de oración, tu oración a solas con Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sea contigo y los tuyos. Amén.

En Cristo Jesús, Raül Gil
–I♥LaCasa–

Reflexion en espíritu y verdad...


El Señor os bendiga.

1Cor. 15:50.- Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.

Hoy, orando, he podido contemplar y de nuevo el rostro de Cristo. Siempre que ello y por su gracia nos es dado, siempre que él se deja ver, quedamos nosotros totalmente al descubierto y nos son mostradas las más ocultas intenciones de nuestro corazón. Tanto las buenas, como las malas. Ambas nos son mostradas cuando le pedimos al Señor que sea él quien nos juzgue, quien nos escudriñe, quien saque a la luz las verdaderas intenciones de nuestro corazón. El Señor no duda en mostrarnos como nos ve él si así se lo pedimos, si le decimos: Señor muéstrame como me ves tú!

Incomprensible para la mente carnal, para la vida anímica, he entendido que, aquello que pido al Señor para mi vida en oración reclama de una tremenda disciplina, de una constante corrección. De ahí que sobre mi y constantemente esté obrando la mano de Dios sin descanso alguno. Por ello es que desde hace mucho tiempo no alcanzo ninguna satisfacción para mi carne, para mi yo. De ahí que en nada crezco, que en apariencia en nada soy bendecido, a tal cual mi ser y mente carnal entiende debería ser la bendición.

Si le pedimos a Dios ser verdaderamente humildes, él esta petición la escucha, la toma muy en serio, y empieza la obra del Espíritu Santo en nosotros. Pero claro, la verdadera humildad es muy distinta y distante de aquella que el hombre entiende por ser humilde. Y para llegar a poseerla, primero, uno ha de ser quebrantado, roto, humillado... y ello tiene un precio: EL "YO" QUEDA ANULADO. El gozo para si, el reconocimiento, la satisfacción personal, el recibir nada a cambio, queda excluido y en cada vez más alto grado.

Si le pedimos a Dios que divida nuestra alma de nuestro espíritu; de nuevo le estamos pidiendo que aplique disciplina y corrección. Y ello tiene un precio, siempre es el mismo, la aniquilación del yo tan arraigado en nuestro ser carnal y anímico.

Si le pedimos a Dios amarle más; de nuevo le estamos reclamando disciplina y corrección, porque el hombre natural NO PUEDE AMAR A DIOS. Y el Espíritu Santo obrará nuevamente para llevar nuestro yo, nuestro ego, nuestro ser anímico y carnal, a la cruz juntamente con Cristo.

Si le pedimos a Dios que todo en nosotros sea para su gloria, que esta no le sea robada, que todo en nosotros sea luz y sal; de nuevo estamos pidiendo a Dios que quite de nosotros toda intención personal, toda ganancia, todo reconocimiento por parte de los demás que reclame y, por ello llene, nuestros egos...

Son estas, las oraciones en Espíritu y Verdad, las que terminan provocando en nuestra vidas tanta aparente contrariedad y desdicha incapaz de ser entendida y mucho menos aceptada por nuestra vida anímica. Oraciones estas que sí son escuchadas por Dios. Oraciones que reclaman que la cruz de Cristo obre en nuestras vidas hasta lo más profundo de nuestro ser. Oraciones donde el yo, el ego, el mirarse a uno mismo, no tiene lugar, porque son oraciones que reclaman que la cruz nos sea aplicada en nuestras vidas vez tras vez y, cada vez, en más profundidad. Y la cruz, mi querido hermano, es un morir, un desprenderse de la vida anterior para la gloria de Dios.

No recuerdo haberle pedido nunca a Dios, en su presencia, en plena comunión, nada para mi conforme la mente carnal, conforme el ser anímico desea. Si que lo he hecho por momentos, y en diversas ocasiones, cuando me dejo llevar por los sentimientos y las emociones, pero nunca en comunión plena, nunca en su santa presencia.

Ahora entiendo el por qué de muchas de las actuales aparentes carencias que en mi vida se dan. Ni más ni menos que todas ellas me "obligan" a que Dios sea el centro, a tal cual en oración le ha sido pedido. Peticiones que como ya he dicho, reclaman y precisan de un alto grado de disciplina y corrección. De un entrenamiento diario que produce dolor, en el alma, en todo cuanto procede de nuestro yo y que es un impedimento para el que ha sido, en oración verdadera, el anhelo y deseo más profundo de nuestro corazón ante el Señor. Corazón este ahora si de carne, que no de piedra, y que nos ha sido dado por Dios.

Mi querido hermano, entiende bien: si pides a Dios conforme a su voluntad, a tal cual el corazón de Cristo, ten por seguro que todo deseo nacido de la carne que en ti se de, de modo alguno podrá tener lugar. El Espíritu Santo obrará y obrará, hasta que cada uno de ellos sea llevado a la cruz juntamente con Cristo. En la vida nueva, el yo, no tienen lugar y cabida alguna: LA CARNE Y LA SANGRE NO PUEDEN HEREDAR EL REINO DE DIOS.

Mat. 7:14.-  porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros, amén.

En Cristo Jesús, Raül Gil

divendres, d’octubre 26, 2012

No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos...


Son muchos los que presumen de creer en Cristo Jesús, de ser creyentes en Dios. Son muchos los que no dudan en acudir donde bien les pueden ver, donde pueden mostrar a todos que ellos también creen y son buenos cristianos. Pero también son los muchos de estos mismos los que se niegan a dar testimonio del Señor, del Evangelio, de la vida en Cristo, de la necesidad de creer en Jesucristo para poder alcanzar el perdón de los pecados y, por sobre todo, la Salvación y vida eterna.

Los hay que les resulta muy fácil acudir donde todos los puedan ver. Incluso les resulta muy fácil hacer buenas obras para que todos vean cuan buenos son, cuanto hacen por el prójimo, pero NUNCA les ves hablar de Jesús, y es más; cuando alguien habla de Jesús, cuando lo manifiesta abiertamente, los miran como si fuesen bichos raros, como si ello fuese extraño, sin darse cuenta que todo quien dice creer, si no manifiesta a Cristo, si no habla de Él, simplemente es que no le ha conocido, y mucho menos de Él se ha enamorado, porque ¿Quién estando enamorado no habla de su amado?

Mal camino ha tomado quien confía en las obras, pero omite hablar de Cristo Jesús. Las obras NO SALVAN A NADIE. Salva la fe en el Señor Jesucristo. Y quien tiene verdadera fe, tiene una relación muy personal e intima con el Señor, y no puede dejar de hablar de Él, por la sencilla razón que el Señor es su todo: su vida, su gozo, su paz, su consuelo, su alegría, su esperanza, su anhelo, su deseo, su ayuda, su sustento...

No te engañes; quien es de Cristo y en verdad, habla de Cristo. Quien le ha conocido y ha alcanzado la gracia de tener una personal e íntima relación con Él no se calla, sino que se goza manifestándolo al mundo entero. Pero quien solo es creyente de apariencia, y pretende justificarse ante los hombres, y lo peor, ante Dios, mediante sus obras... siento decirlo pero ni es creyente, ni es nada, es un simple religioso que se ama así mismo.

Santiago, en su epístola, nos dice que una fe sin obras, es una fe muerta. Pero yo te digo que las obras, sin la fe, son obras que condenan a aquellos que solo actúan para que todos los vean, pero a la hora de la verdad, cuando hay que dar la cara por el Señor...

No soy quien para juzgar a nadie. El juicio solo le corresponde a Dios. Pero mírate bien a ti mismo, porque si dices creer, pero nunca hablas del Señor, te estás engañando a ti mismo y vas camino de condenación. Y esto solo es para reflexión, tu reflexión de hoy. El Señor te bendiga.

Mat. 23:23   ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.

En Cristo Jesús, Raül Gil
 –I♥LaCasa–

dimarts, d’octubre 23, 2012

La Palabra que sale de los labios de Dios siempre cumple su misión...


Isaías 55.11.- así también la palabra que sale de mis labios no vuelve a mí sin producir efecto, sino que hace lo que yo quiero y cumple la orden que le doy.

Dios cuand
o te llamó, lo hizo por medio de su palabra. Palabra que saliendo de sus propios labios, de su boca misma, llegó a ti, te cambió, te volvió a Él y te dio nueva vida. Palabra de vida que Dios y en su gracia te hizo llegar para tu bien mayor. Palabra que cumplirá su propósito, que no volverá a Dios vacía, y que será prosperada en aquello para lo cual Dios la envió.

No eres tú, sino Dios, quien te ha dado nueva vida en Cristo Jesús. Ha sido la Palabra, venida de parte de Dios, quien te ha convencido y por ello hoy crees en Jesucristo y le has aceptado en tu vida como tu único salvador.

Ha sido su palabra la que te ha dado nueva vida, la que te ha trasformado y te va prosperando NO en aquello que son los deseos de tu carne, de tu vida anímica, de lo que entra por tus ojos y que del mundo procede y este te ofrece, no; sino en el plan de Dios eterno que Él ha dispuesto para ti, y por medio de ti, para todos los que en verdad son suyos, para nuestro bien mayor.

Fue Dios, en su gracia, quien te vino a buscar, quien llamó a tu puerta, quien te habló y pidió cortesmente que le dejases entrar en tu vida; quien te ganó para sí, quien te hizo decir sí, y quien hoy en ti vive y por siempre estará. Porque su palabra te dio nueva vida, y esta vida procede de Dios y a Él ha de volver, y no antes de cumplir aquello para lo cual Dios personalmente te la hizo llegar… Es tiempo de reflexión. Es tiempo de que prestes atención y escuches que te está diciendo ahora mismo, en este mismo instante, el Señor.

La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sea contigo y los tuyos. Amén.

En Cristo Jesús, Raül Gil
–I♥LaCasa–

Reflexión: ¡El llamado de Dios!


Para todos aquellos que, ya habiendo madurado en la fe, están sintiendo el llamado de Dios para estos tiempos. La Paz del Señor sea con vosotros:

¿Sientes que Dios te está llamando? Bien, presta atención: Dios y solo Dios es quien puede llamar a sus siervos, a aquellos quienes le van a servir conforme a su plan eterno. Nadie puede levantarse por si mismo, ni por mandato o deseo de persona alguna, si en verdad va a ser usado por Dios para aquello que solo Él y en su sola potestad ha dispuesto para el bien de los muchos.

Pero cuando Dios te llama lo puede hacer de dos modos: 1) Te puede llamar hacia dentro, a formar parte de una comunidad establecida o; 2) lo puede hacer hacia fuera, es decir, a salir de ella y emprender un camino que va a necesitar por tu parte de ser andado por fe en su mayor grado de expresión. Sabiendo, y es importante no olvidarlo, que el Señor nunca te llamará a la división, porque la Iglesia es un cuerpo, el de Cristo, y Él su Cabeza, única cabeza. Pero Dios y en su potestad siempre llama para un propósito claro y para el bien, siempre, de todo su pueblo y sin acepción.

Quizás tú, hoy, aunque lo sientes, estés dudando del llamado de Dios porque ves que Él te está mostrando que has de salir fuera, del lugar donde te sientes cómodo y crees es donde debes estar y permanecer. Pero no olvides que el Señor y en ocasiones llama a salir del redil, a dejar de andar tras el rebaño, para un propósito mayor y conforme a su voluntad.

Leamos y reflexionemos que nos dice la Escritura:

2 Sam 7. 8 Por lo tanto, dile a mi siervo David que yo, el Señor todopoderoso, le digo: ‘Yo te saqué del redil y te quité de andar tras el rebaño para que fueras el jefe de mi pueblo Israel; 9 te he acompañado por dondequiera que has ido, he acabado con todos los enemigos que se te enfrentaron y te he dado gran fama, como la que tienen los hombres importantes de este mundo. 10 Además he preparado un lugar para mi pueblo Israel, y allí los he instalado para que vivan en un sitio propio, donde nadie los moleste ni los malhechores los opriman como al principio, 11 cuando puse caudillos que gobernaran a mi pueblo Israel. Yo haré que te veas libre de todos tus enemigos. Y te hago saber que te daré descendientes, 12 y que cuando tu vida llegue a su fin y mueras, yo estableceré a uno de tus descendientes y lo confirmaré en el reino. 13 Él me construirá un templo, y yo afirmaré su reino para siempre. 14 Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Y cuando cometa una falta, yo le castigaré y le azotaré como todo padre lo hace con su hijo, 15 pero no le retiraré mi bondad como se la retiré a Saúl, al cual quité para ponerte a ti en su lugar. 16 Tu dinastía y tu reino estarán para siempre seguros bajo mi protección, y también tu trono quedará establecido para siempre.’ ”

Ahora bien ¡cuidado! Para nosotros solo hay un Rey y Señor, Jesucristo. Nunca lo olvides. Y es a Él a quien hemos de servir y representar siempre, como verdaderos enviados de parte de su Señor. Teniendo muy presente, en todo momento, que todo cuanto hagamos, todo cuanto Dios y en su gracia obre por medio de sus siervos, nos ha de llevar a decir cuando hayamos hecho todo lo que nos ha sido ordenado, y conforme la enseñanza del Señor:

Luc. 17:10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.

Y no, de ningún modo te estoy diciendo que salgas de lugar alguno. Y mucho menos que vayas a lugar alguno, o que te unas a nadie en concreto. Solo te digo que Dios es Dios, y solo el Señor es quien puede y en verdad mostrarte cual es su voluntad y, sea cual sea esta, si en verdad has sido por Él llamado, es la que has de llevar a cabo aunque te suponga abandonar todo cuanto conoces, todo cuanto te da seguridad, todo cuanto incluso en apariencia es contrario a lo que te han enseñado hasta el día de hoy.

Pero eso sí, ten muy presente que Dios nunca obra contrario a su Palabra. Nunca va más allá de aquello que ya nos ha sido revelado y que la Iglesia de todos los tiempos ha aceptado y acepta como verdad de Dios de forma unánime y sin división ni aversión alguna. Todo cuanto de Dios venga a nuevo siempre será conforme su Palabra, sin salirse de ella, y mucho menos contradecirla de modo alguno. Pero Dios te puede llamar de un modo a su obra que tan siquiera habías logrado imaginar. Por ello no te aferres a lo conocido, sino deja que sea Dios, y solo Dios, quien te muestre cual es su voluntad, sin olvidar, porque escrito está, que:

Jer. 17:5 El Señor dice: “Maldito aquel que aparta de mí su corazón, que pone su confianza en los hombres y en ellos busca apoyo."


Y lo repito: No te estoy diciendo ni que salgas, ni que entres, solo te indico que la voluntad de Dios está por sobre todas las cosas, y que si Dios te está llamando tanto a entrar, como salir, es porque tiene un plan que, aunque hoy no lo veas ni entiendas, en su momento los debidos frutos dará para Su Gloria.

No te aferres a lo conocido, a lo que te da seguridad. Da el paso de fe, espera y confía en Dios y verás su gloria. Pero antes de dar el paso, sea cual sea este, no lo hagas sin tener la plena certeza y convencimiento de que está siendo y en verdad la voluntad de Dios la que te está convenciendo, y si estás dispuesto a entregar tu vida hasta el final, sea cual sea el precio que hayas de pagar.

Viene un tiempo de cambio. Dios, y todos sus hijos lo vamos viendo, va a obrar de un modo fuerte y potente. Estate preparado, porque si en verdad eres uno de los suyos, de un momento a otro serás por Él llamado, y tendrás que salir (o entrar) únicamente con lo que es esencial: ¡CONFORME A LA PALABRA QUE DIOS Y PARA ESTOS TIEMPOS TE ESTÁ DANDO YA!

La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sea contigo y los tuyos.

En Cristo Jesús, Raül Gil
–I♥LaCasa–

Hola Papá, te vengo a decir que…


Ni más ni menos que esta es la actitud que todo creyente en Cristo Jesús ha de tener ante el único Dios verdadero. Ante el Todopoderoso. Tan simple como ello.

Jesús no vino a establecer ninguna nueva religión. Ni tan siquiera vino a imponer mandatos o leyes algunas. Todo lo contrario, Jesús vino a borrar de sobre la faz de la tierra todo aquello que resultaba ser un impedimento para acercarse al único y verdadero Dios, Padre de Jesucristo y Padre nuestro.

Consumado es (todo está hecho). Estas fueron las últimas palabras de Jesús en la cruz momentos antes de entregar su espíritu al Padre: ¡CONSUMADO ES! Ya nada más queda por hacer, ya todo cuanto Dios tenía que hacer en pos de nosotros ha sido hecho, consumado. Y hoy, gracias a Jesús tenemos acceso directo a Dios Padre, a su mismísima presencia. Un Dios Padre que nos ama como jamás nadie nos ha amado, y que está deseoso de manifestar su amor a todos cuantos en Él creen y confían.

Pero lo olvidamos. Olvidamos que Dios es Padre, un verdadero Padre. Olvidamos que Dios no dudó en darnos a su unigénito hijo en la cruz, para que borrase y eliminase por siempre todo obstáculo e impedimento hacia su santísima presencia. Que nuestro Señor Jesús vino a mostrarnos el camino al Padre, eliminando todo cuanto impedía el acceso al Dios verdadero, y que desde entonces todo quien cree en Cristo Jesús, el primogénito del Padre, le es dada la potestad de ser hecho hijo de Dios.

Nunca hemos de olvidar que Dios es Padre, nuestro Padre, y que nos ama. La próxima vez que acudas a Dios, hazlo como un verdadero hijo, tomando tu lugar y confiando plenamente en que Él te escuchará, te atenderá y te dará todo cuanto le pidas si ello es conforme a su Palabra y voluntad. Y sin dudar que Él te ama, y que está deseoso de mostrarte y manifestarte su amor por ti. Qué siempre está ahí, que nunca cambia, que nunca te olvida, y que jamás te desamparará por grandes que sean las dificultades que se presenten en tu vida, y cada día.

No. No mires a Dios como un ser lejano, como un Padre que no vela por sus hijos, como un ser extraño, como si fuese un desconocido. No, todo lo contrario: mira a Dios tal como es, tal como la Palabra nos lo muestra y da a conocer. Un Dios Padre que no ha dudado en enviar a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, para que pagase con su propia vida el precio por nuestro rescate.

Dios es Padre. Ni es una religión, ni es un método, ni mucho menos es una filosofía. Dios es el Padre de tus sueños. Confía en Él, porque Él confía plenamente en ti, y por ello no dudo en venir a rescatarte y darte nueva vida juntamente con su unigénito Hijo Jesucristo, nuestro Señor. Tanto te ama Dios, tanto confia en ti, que no ha dudado en venir a buscarte y dar su vida, como hombre verdadero, por ti.

La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sea contigo y todos los tuyos. Amén.

En Cristo Jesús, Raül Gil
-I♥LaCasa–