dimarts, de gener 31, 2006

Centrando al diablo

El diablo es sutil, astuto y ante todo, conocedor de las Escrituras. No olvidemos que satanás conoce a Dios, habla con Él e incluso es, y en momentos dados, consentido en sus actos por el mismísimo Dios. Y no es que lo diga yo, sino que la Biblia misma, en el libro de Job, muestra e instruye al respecto (Job 2.2 ...).

Satanás bien sabe que el único camino para llegar a Dios Padre es por la Palabra, Vida y Luz de Cristo nuestro Señor, mediante la enseñanza del Espíritu Santo, Él es quien nos da a conocer y enseña la verdad de Dios (1Jn. 2.27). Es por ello y pues, que satanás no duda ni un instante en tratar de impedir una y otra vez que los hijos de Dios logren ser guiados por el Espíritu Santo, para ello; sin detenerse, sin apresurarse, esperando el mínimo descuido, tratará de meter en ellos el espíritu de engaño que les fue por él enviado. Hay que estar despiertos y en oración hermanos, porque la carne es débil y presa fácil del diablo.

Entendamos que satanás es dueño y señor de la tierra hasta la venida de Jesucristo nuestro Señor. Satanás es y a la vez señor de toda alma viviente que no está sujeta al Espíritu de Dios, de toda alma que no se haya entregado en verdad a Cristo nuestro Señor. Y para darnos cuenta, al ver, de como procede y actúa el diablo, necesariamente deberemos saber y conocer en verdad quien es y como obra la Divina Persona del Espíritu Santo desde lo más profundo del ser interior (espíritu).

Es fácil oír muy a la ligera las famosas frases “soy hijo de Dios”, “Cristo vive en mi”, “en Cristo soy salvo”, y verdaderas son estas frases, pero no textualmente, sino en verdad. Y está verdad, que sólo es dada conocer por el Espíritu de Dios, es la que el diablo anda distorsionando entre aquellas que también y muy a la ligera dicen llamarse iglesias de Dios (Efes.1.20-23).

El Espíritu Santo es Dios, repito: EL ESPÍRITU SANTO ES DIOS. Así pues; creer que estamos y andamos en Cristo cuando en nosotros habita el más mínimo resquicio de idolatría, amor por el mundo, división, falta de amor, egocentrismo, envidia, mala intención, discriminación, rencor, orgullo o mentira; por citar algunos de los tantos posibles dominios de satanás en nuestro ser interior (alma), es andar equivocado y estar siendo engañado por el acusador.

Es cuando nos entregamos a Cristo, es decir; cuando Jesucristo pasa a ser único Señor en la plenitud de nuestra vida, y esto equivale a decir: por encima de ideologías, de autoritarismos, de sectarismos, de ambiciones, de pretensiones, de todo aquello que forma parte del ser interior (alma); que la Palabra -Su Palabra- nos va guiando a nuestro más profundo ser interior (espíritu) y nos muestra todo aquello que debemos por la cruz entregar para recibir, por corona, el Espíritu de la verdad prometido por nuestro Señor y Maestro: el CRISTO (Jn.14.16-17). Creer que Dios dará tan preciado tesoro a aquel que no esté aprobado para recibir Su Divina Persona en su más profundo ser interior, es estar equivocado y reprobado de antemano.

Cristo Jesús -la Palabra- obrará en nosotros, poco a poco, cada vez más profundamente, hasta que estemos aprobados por Dios para recibir el Espíritu de la verdad. El cual, no podremos recibir hasta que la Palabra de Cristo nuestro Señor libere totalmente nuestro ser interior (alma). Y es ahora que, desde nuestro más profundo ser interior (espíritu), nacemos de nuevo (Jn. 3.3). Después y como no, de haber crucificado en Cristo nuestra pecaminosa vida anterior por gracia y obra de la Palabra, es decir: Cristo nuestro, y ahora ya sí, ¡Único Señor!.

Al mínimo error (pecado) el Espíritu Santo quedará contristo y dejará de actuar en nosotros hasta que pidamos en verdad perdón a Dios Padre y restablezcamos por redención de la Sangre derramada de Jesucristo nuestro Señor y Su Palabra, la paz con Dios. (Si no entiendes, ora por ello).

Entendamos pues que hasta llegar a la plenitud en Cristo, hasta llegar a poder decir en verdad “¡Cristo vive en mi!”, la gran lucha entre satanás y la Palabra de Cristo nuestro Señor será constante en nosotros. Sólo aquellos de corazón humilde y entregado en verdad a Dios ganaran la batalla. Pero hasta llegar aquí, a la plenitud en Cristo, hasta recibir la llenura y poder del Espíritu de la verdad en nosotros, satanás tendrá fuerza y poder y a la mínima bajemos la guardia, seremos presa fácil del diablo.

Si no lograste entender deberías orar con todas tus fuerzas, con todo tu corazón, con toda tu mente y con todo tu ser, pidiendo a Dios Padre y Cristo nuestro Señor te den a conocer la verdad que te hará libre y salvo. Verdad que sólo lograrás ver y comprender por obra del Espíritu Santo que morará en ti por la gracia de Dios al creer, en verdad, la Palabra de Cristo nuestro Señor.

Toma en serio tu camino y vuélvete de una vez y por siempre a Dios. Pide guía y luz a Dios Padre y Cristo Nuestro Señor para entender si no lo lograste hacer.

Que nuestro Señor derrame su gracia y paz sobre ti. Bendiciones.