diumenge, de novembre 04, 2007

Lagrimas...

No me pidas que te hable de mi Señor, sin lagrimas, sin dolor. No, no me lo pidas, pues no podría ser. Así es Él, lagrimas y dolor que invaden todo el ser.

Llorando, cayendo, levantándose de nuevo, uno, llega a bien entender que no. No es posible hablar de Él sin lagrimas, sin dolor, sin dejar de ser.

Vida derramada hasta el extremo, en la cruz, consumada, todo un ser entregado en dolor, en lagrimas, una vida que el mundo entero vio desvanecer. Levantado fue de entre los muertos, y hoy... su sangre reclama todo mi ser.

Lagrimas por siempre unidas al dolor de Aquel que por siempre dijo: FUI, SOY Y SERÉ.

Sigamos andando. Bendiciones.