dimarts, de novembre 27, 2007

Soldados en Cristo...

Mis queridos hermanos, buenos días:

Que Dios Padre y Jesucristo el Señor derramen su gracia y su paz sobre vosotros.

Es necesario que nuestra fe sea probada, cada día. Es necesario que Dios nos curta para mil y una batallas. Somos llamados a ser siervos de Dios, y como tales, necesitamos de una más que debida instrucción.

Cuando nuestra fe es puesta a prueba -y una vez superada esta y cada una de ellas- siempre salimos fortalecidos en Cristo Jesús. Y ello es necesario que así sea, pues como soldados llamados a la guerra necesaria es, y como he dicho, una más que debida instrucción eterna.

Dios tiene todo el tiempo del mundo, y Dios siempre logra su propósito para con todos sus hijos. La salvación es Promesa de Dios para todos cuantos a la verdad creen en su Hijo. Pero hermanos; el nombre nuevo, la vestidura blanca, la unión por siempre al Señor, sólo es para los vencedores.

Y vencedores son todos aquellos que por voluntad propia, y al igual que nuestro Señor, han menospreciado sus propias vidas en pro del reino de Dios. Bien lo dijo el Señor; sin mi nada sois. Bien lo dijo el Señor; hay que morir y nacer de nuevo. Y bien lo dijo el Señor; cada cual cargue con su cruz y me siga.

Nunca deberemos menospreciar la misericordia de Dios para con todos, pues deseo de Dios es que ninguno se pierda. Pero mis hermanos, ante Él y siempre, nuestra es la decisión. Sólo los vencedores recibirán un nuevo nombre, sólo el nombre de los vencedores quedará y por siempre unido al Señor.

Dios tiene un plan concreto y absoluto para todos cuantos en su gracia llama a ser uno con Cristo, todos tienen parte y por igual de las Promesas de Dios. Pero Dios jamás impone nada, nunca obliga a servirle, siempre deja en nuestras manos y conciencias aquello que en libre voluntad decidamos para con nuestras vidas.

Suyas son las Promesas, suya es la Palabra fiel y verdadera, y siempre nos es dada y por igual a todos. Pero ante Él, todos, han de decidir y por si mismos cual es su entrega.

Dios nos reclama todo, porque Dios y a su vez LO DA TODO. Tanto como somos llamados a ser uno con su Hijo, a participar de su Gloria, pero no sin antes tomar y para nosotros mismos su Cruz Victoriosa.

Dios es quien instruye a los suyos, nadie mas puede instruirlos. Todo siervo de Dios lo es y a su vez, porque por voluntad propia tomó la decisión de servir y por siempre al Señor Jesucristo.

Y lo dejamos por hoy. Que la gracia sea con todos lo que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable. Amén.