divendres, d’octubre 05, 2007

La pasividad (I) ...

Sin palabras, hoy, estoy sin palabras. Pero aun así me pongo ante el teclado, y en Él, el Señor, plenamente confío. Y sigo...

Son muchas las ocasiones en que hacemos caso omiso al deber, son muchas las ocasiones que dejamos de lado nuestros quehaceres diarios, y son muchas las ocasiones en las que al terminar el día, todo, aparenta haber sido una gran perdida, ¿verdad?...

Bien, en estos casos, y siempre, deberemos prestarnos atención a nosotros mismos por tal de determinar cual puede estar siendo la causa, y ello, porque en ocasiones, los falsos espíritus también obran en nosotros con la intención de llevarnos al que es el terreno en el cual ellos y libremente pueden obrar.

Sí, mis queridos hermanos, los falsos espíritus necesitan de unas condiciones concretas para poder y en verdad obrar, y ello siempre bajo nuestro propio consentimiento, pues una ley hay, espiritual, y nadie puede quebrantarla, ni tan siquiera los falsos espíritus, y la cual no es otra que la de la libre voluntad o si lo prefieren: libre albedrío que Dios y en su gracia a toda creatura a concedido.

Bien sabemos que Dios nos hizo libres, bien sabemos que Dios jamás nos impone ni obliga, sino que siempre y mediante el Espíritu nos da a conocer la que es Su voluntad para con nosotros, dejando y siempre en nuestra libre elección si tomamos o no como nuestra la que es Su voluntad y disposición para con nosotros. Y si Dios Padre Todopoderoso obra así, no dudemos que todo espíritu, sea de la clase que sea, ha de obrar y por ley mismamente, es decir, los falsos espíritus necesitan de nuestra voluntad, de nuestro consentimiento, para poder obrar. Y ahí entra la que es su pretendida obra, la de engañar para poder lograr tomar para si mismos el control de nuestra voluntad.

Hoy y en breve destaco una de las más grandes pretensiones de los falsos espíritus, la cual no es otra que la de llevarnos al terreno de la pasividad, el lograr y mediante mentiras y engaños, los cuales y siempre obran conforme a los agrados del ser carnal y anímico aun no regenerado, el dejarnos inactivos, sin propósitos, sin intenciones, sin visión alguna de que queremos y por nosotros mismos... y sus ataques, aun teniendo diversos grados de profundidad (su ataque pueden llevarlo a cabo a diferentes niveles) siempre será con un único propósito, el tomar y para si mismos la que es nuestra voluntad, el adueñarse de ella, el usurpar nuestra libre capacidad de elección y decisión.

Al estar inactivos, al haber logrado que entremos en el peligroso terreno de la pasividad, ellos, los falsos espíritus, pueden obrar con total libertad, siendo que cada vez que nos hacen llegar una intención, un pensamiento concreto, una falsa realidad, una invitación a obrar..., ante la incapacidad de hacerlo por nosotros mismos, ante la falta de visión, ante la pasividad provocada por los falsos espíritus, creemos falsamente que es Dios quien nos lo está reclamando, dando, confirmando, o mostrando..., y ello porque les hemos abierto las puertas de par en par al dejar inactiva nuestra voluntad, la cual toman y para si, sin dudar, los falsos espíritus.

Quiero dejarlo aquí, dar tiempo al entendimiento de cada cual, y confiar en que Dios Padre y Jesucristo el Señor den a todo quien lo esté sufriendo la luz necesaria para su completo entendimiento y libertad.

Un saludo, sigamos andando.