dijous, d’octubre 13, 2005

¿Qué es ser creyente?

¿Acudir periodicamente a una congregación? No. ¿Creer en Cristo? No. ¿Orar todos los días? No. ¿Hacer buenas obras de caridad? No. ¿Estar en el grupo de alabanza? No. ¿Cursar pues estudios bíblicos reconocidos? No... Entonces: ¿qué es ser creyente?

Pues hermano, ni más ni menos que serlo. Y serlo es el luchar cada día por llegar a ser como Cristo nuestro Señor. No tarea fácil, por cierto. El único propósito de todo creyente es el llegar a ser como su Maestro, que no es otro que Jesucristo nuestro Señor. Para ello, es necesario morir cada día un poco más a nuestra carne, a nuestros sentimientos, a nuestros anhelos, a nuestras ambiciones, a... una larguísima lísta de impedimentos carnales que nos apartan de la verdad de Dios. Que como ya dije, tarea no fácil es esta.

No todos están dispuestos a ser creyentes, ya que supone un rádical cambio en sus vidas terrenales, apegadas estas aun a los sentimientos y anhelos de la carne. Por supuesto que cuando digo cambio rádical, no me estoy refiriendo a que se deba cambiar nuestra vida de un día para otro, porque el morir; supone un tiempo, un largo tiempo, supone toda una vida. Pero, hay que recorrer el camino cada día, cada minuto, cada segundo. Aquel camino que no es otro que el recorrido primeramente por Jesucristo nuestro Señor. Recuerda: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Jn 14.6).

Analicemos esto: Jesús nos dice que él es el camino, ¿y que es ser el camino? pues ni más ni menos que SERLO. Veamoslo en terminos humanos: Si no fuese necesario para todo creyente el llegar a ser como Jesucristo fue, para en verdad ser salvo, Dios no hubise predispuesto que su hijo tomase la condición de ser, al igual que usted y yo, humano. Cuando Dios predispuso que su hijo se encarnase, fue para que nos sirviese de ejemplo, es decir, para que nádie pudiese decirle al Padre y llegado el momento: es que no he podido hacerlo, es que humanamente no es posible, es que la prueba es insuperable... Recordemos que Jesús renunció, a pesar de tener todos los derechos, a su condición celestial, a sus derechos como hijo de Dios, a sus derechos de ser quien era: DIOS. Y militó, al igual que nosotros, en su condición de carne. Pero él nos mostró que si, que en verdad es posible vencer al mundo y llegar a ser salvo, tal cual nos lo pide Dios.

Ahora bien, usted me dirá: si pero... el tenía la guía de Dios, el tenía el Espíritu Santo, él estaba protejido y apoyado por los angeles de Dios, él era Dios... pare, pare, ¿aun es de los que creen que usted no dispone de todos, absolutamente todos los privilegios que Dios le concedió a Jesús, para que superase toda prueba? Hermano, si cree esto, anda muy mal, anda totalmente equivocado. Usted tiene todos, absolutamente todos los privilegios que tuvo Jesús, usted tiene al igual que él, el Espíritu de Dios. Usted es guiado, desde el momento en que creyó en verdad que Jesús es el Mesias, el hijo de Dios... por el mismísimo Espíritu Santo. Y este, estará con usted hasta el final de sus días aquí en la tierra. Ahora bien, otra cosa es que usted crea en verdad y trate por encima de todo el estar lleno de su presencia y como no, reconocer de una vez y por todas que usted es, al igual que Jesús, hijo de Dios. La única diferencia que hay entre usted y Jesús -guardese la distancia-, es que él, es el primogénito de Dios. El primero de todo, el Rey de reyes, el Señor de señores. Y que gracias a él, hoy usted: puede ser salvo, puede ser rey, puede ser señor, !ENTIENDALO: USTED ES HIJO DE DIOS!. Siempre y claro está, que usted en verdad crea y decida seguir los pasos de Jesucristo nuestro Señor.

Pero sabe, no debería creer aquello que yo escribo, sino escudriñar por su cuenta la Palabra, para que no sea yo, sino Dios, quien le muestre la verdad que hay en ello.

Yo, por mi cuenta y con el propósito de ayudarle en su tarea, le dejo estos versículos como arranque para su busqueda de la verdad:

Jn. 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

1Jn. 2:27: "Pero ustedes tienen el Espíritu Santo con el que Jesucristo los ha consagrado, y no necesitan que nadie les enseñe, y porque el Espíritu que él les ha dado los instruye acerca de todas las cosas, y sus enseñanzas son verdad y no mentira. Permanezcan unidos a Cristo, conforme a lo que el Espíritu les ha enseñado".

Luc. 6:40: "El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro".


Mat. 10:24: "El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor".

Bencidiones de lo alto hermano.