dilluns, d’octubre 03, 2005

¿La Verdad? no gracias

Jamás paso por mi cabeza durante el tiempo en que me encontré apartado del mundo en mi búsqueda de Dios, que LA VERDAD tuviese tantísimo rechazo a mi vuelta. No, jamás llegué a pensarlo.

Uno no logra saber cuanto rechazo hay a LA VERDAD, hasta que no se aparta del mundo durante largo tiempo para estar a solas ante Dios, luchando por hallar LA VERDAD. Verdad que me fue revelada por el Espíritu Santo y como no; contrastada por la Biblia, mi conciencia y otros hermanos que con anterioridad supieron de ella; no facilmente es aceptada. No, LA VERDAD se pierde por entre las éticas, normas, mandatos, doctrinas, denominaciones y una laga lista interminable de creaciones de hombres en contra de la sana enseñanza y su verdad. Verdad que por cierto y ahora más que nunca, reitero con todas mis fuerzas y con todo mi ser que: !SOLAMENTE PUEDE SER CONOCIDA POR LA GRACIA DE DIOS Y OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN NUESTRAS VIDAS!

Cuanto más estudio la Biblia, cuanto más entiendo la Palabra revelada, cuanto más escudriño las escrituras y... cuanto más me entrego a Dios negándome a mi mismo para conocer LA VERDAD. Más sorprendido estoy de cuanta falsedad hay en el mundo -su mundo- llamado "pueblo de Dios". Sorprendido de cuanta antiverdad puedo hallar en aquellos que dicen llamarse crisitianos o peor aun, hijos de Dios (entiéndase: aquellos que son lobos con piel de oveja). Básteme dar toda la gloria a Dios, la cual está por encima de mandatos o doctrinas que solo benefícian y defienden los interesés de ciertas creéncias denominacionales, para darme cuenta que la verdad no es tan facilmente aceptada. No, hoy y lamentablemente, sólo se reconoce la verdad que defiende los intereses -sus intereses- particulares creados entorno a las denominaciones que los defienden. Verdad que dista mucho de la sana enseñanza que nos dio a conocer Jesucristo nuestro Señor, a su muerte en la cruz. Pero lamentáblemente hoy esto es lo que menos importa. Hoy aquello que realmente importa es demostrar que son los únicos que tienen la verdad entre sus filas, creéncias y doctrina denominacional. Lamentable, es lamentable, pero Dios en su justicia: pagará el doble su iniquidad y su pecado; porque contaminaron su tierra con los cadáveres de sus ídolos, y de sus abominaciones llenaron su heredad (Jer. 16.18).

No me quedan fuerzas hoy para seguir con este tema, porque cuanto más escribo sobre ello, más mal me encuentro conmigo mismo, porque los celos que tengo por mi Dios y su hijo Jesucristo, mi Señor, me invaden de un desasosiego inmenso que me lleva a estados anímicos que para nada son deseables para un hijo de Dios. Y si yo, en mi humilde condición de servidor llego a estos estados, cuanto más llegarán a afectar a mi Dios Padre, y como no, a su hijo Jesucristo, el cual murió por... ¿por qué murió?

La verdad dada a conocer tal cual es, no fácilmente es aceptada por aquellos que dicen ser pueblo de Dios, porque: la verdad siempre es rechazada en pro de intereses denominacionales o doctrinales y en beneficio y defensa de aquello que solamente justifica su existencia, que no la de Dios. Pero dejaré este tema para otra ocasión pues llegado a este punto, necesito de más oración con mi Señor, porque como bien dije, llego a estados de veradera decepción, impoténcia, dolor, pena y... lágrimas vivas por la falta de toda gloria para mi Señor.

Que Dios bendiga a cada cual conforme a su fe. Yo por mi cuenta, aquí y ahora, puedo dar a conocer libremente la verdad tal cual me la muestra el Espíritu de Dios. Y por ello, gracias y más gracias le doy. Pues soy libre, libre por aquello que Él y solo Él me mostró.

A ti voy Padre, escucha de nuevo mi humilde oración.