divendres, d’octubre 26, 2012

No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos...


Son muchos los que presumen de creer en Cristo Jesús, de ser creyentes en Dios. Son muchos los que no dudan en acudir donde bien les pueden ver, donde pueden mostrar a todos que ellos también creen y son buenos cristianos. Pero también son los muchos de estos mismos los que se niegan a dar testimonio del Señor, del Evangelio, de la vida en Cristo, de la necesidad de creer en Jesucristo para poder alcanzar el perdón de los pecados y, por sobre todo, la Salvación y vida eterna.

Los hay que les resulta muy fácil acudir donde todos los puedan ver. Incluso les resulta muy fácil hacer buenas obras para que todos vean cuan buenos son, cuanto hacen por el prójimo, pero NUNCA les ves hablar de Jesús, y es más; cuando alguien habla de Jesús, cuando lo manifiesta abiertamente, los miran como si fuesen bichos raros, como si ello fuese extraño, sin darse cuenta que todo quien dice creer, si no manifiesta a Cristo, si no habla de Él, simplemente es que no le ha conocido, y mucho menos de Él se ha enamorado, porque ¿Quién estando enamorado no habla de su amado?

Mal camino ha tomado quien confía en las obras, pero omite hablar de Cristo Jesús. Las obras NO SALVAN A NADIE. Salva la fe en el Señor Jesucristo. Y quien tiene verdadera fe, tiene una relación muy personal e intima con el Señor, y no puede dejar de hablar de Él, por la sencilla razón que el Señor es su todo: su vida, su gozo, su paz, su consuelo, su alegría, su esperanza, su anhelo, su deseo, su ayuda, su sustento...

No te engañes; quien es de Cristo y en verdad, habla de Cristo. Quien le ha conocido y ha alcanzado la gracia de tener una personal e íntima relación con Él no se calla, sino que se goza manifestándolo al mundo entero. Pero quien solo es creyente de apariencia, y pretende justificarse ante los hombres, y lo peor, ante Dios, mediante sus obras... siento decirlo pero ni es creyente, ni es nada, es un simple religioso que se ama así mismo.

Santiago, en su epístola, nos dice que una fe sin obras, es una fe muerta. Pero yo te digo que las obras, sin la fe, son obras que condenan a aquellos que solo actúan para que todos los vean, pero a la hora de la verdad, cuando hay que dar la cara por el Señor...

No soy quien para juzgar a nadie. El juicio solo le corresponde a Dios. Pero mírate bien a ti mismo, porque si dices creer, pero nunca hablas del Señor, te estás engañando a ti mismo y vas camino de condenación. Y esto solo es para reflexión, tu reflexión de hoy. El Señor te bendiga.

Mat. 23:23   ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.

En Cristo Jesús, Raül Gil
 –I♥LaCasa–