dimecres, d’agost 30, 2006

Un paso adelante

Es Dios Padre quien nos llama y da la libertad en Cristo Jesús. Pero cada uno de nosotros es libre de elegir, por si mismo, que camino tomar: el de la salvación o, por contra, el del castigo eterno. Cuando recibimos Su luz, hay que dejar la oscuridad que nos tiene presos y seguirle con fe ciega, de lo contrario, de negarnos, nada ante Él habremos logrado. Cuando recibimos Su verdad y por ella nos vemos a nosotros mismos, hay que cargar con la cruz y seguirle. Y ello, el cargar con la propia cruz, supone negar muchas de las cosas que a día de hoy, y por nosotros, nos parecen correctas y justas, pero al ser vistas por la luz de la verdad, vemos y entendemos que para nada son correctas. Por ello, y de seguir practicándolas y dándoles lugar en nuestras vidas, nuestro andar en Cristo quedará parado hasta que sean libremente entregadas a Dios Padre, que a la verdad, así nos lo reclama.

La verdad es un único camino por cual hay que andar a diario conforme a la luz que vamos recibiendo de Dios; en cada recodo, en cada cuesta, ante cada bache hallado, deberemos aplicar la cruz, es decir, nuestra voluntad por sobre aquello que no es correcto en nuestro andar diario y por mucho que pese y cueste; con fe, esperanza y los ojos puestos en Aquel que nos da la vida, avanzar sin mirar atrás y dejarlo por siempre olvidado. Es por esta, nuestra libre decisión, que logramos crecer en Su Vida, la cual, es Cristo, y a la vez: nuestra vida eterna.

Cada tramo del camino andado, cada verdad recibida, necesita de un tiempo para ser entendida y por ello, aplicada en nosotros mismos conforme a la voluntad de Dios. No es fácil, pero tampoco complicado. Todo es cuestión de fe, de entrega, de mostrarle cada día que en verdad le amamos. Si ante una verdad por Él mostrada, no nos negamos a nosotros mismos, dudamos y no damos el paso que Dios Padre nos está reclamando, cesará nuestra vida en Él, en pro de nuestro interés dado, el cual, le restará la gloria a nuestro Señor.

El que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás, no es digno de Él. Es decir: que ante cada rayo de luz, ante cada nuevo conocimiento de la verdad que por Él nos es dada, deberemos seguir y siempre con firme paso al frente, siempre al frete, hacia lo eterno, hacia la gloria, hacia el ser uno con Cristo, nuestro Señor amado.

Es un andar diario de entrega, luchas, negaciones personales, pero que siempre y cuando por su gracia entendemos y vemos, descansamos eternamente en Su presencia. Jesús es el camino, la verdad y la vida. Él lo es todo, nosotros, ante Su luz, no tenemos razón alguna.

Que Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo les bendigan.