dimarts, d’abril 22, 2008

La Didajé (introducción) ...


Hola; que la paz del Señor sea contigo.

Vamos a seguir con los primeros siglos. Hoy comenzaremos a conocer la "Didajé" o "Doctrina de los doce Apóstoles", la cual, la presentaré en varias partes por tal de no hacer largos y extensos artículos:

Introducción

La Didajé es un texto fundamental del cristianismo primitivo, puesto que es un resumen de la enseñanza (= didaché gr.) de los apóstoles. Es el texto no canónico más antiguo que conocemos —incluso anterior a algunos libros del Nuevo Testamento—. Algunos doctores del siglo III, como Clemente de Alejandría, llegaron a citar la Didajé como escritura divinamente inspirada (1).

A pesar del título, no se entiende que haya sido escrita por la totalidad de los apóstoles o por alguno de ellos, sino sencillamente que el escritor se propone recoger las enseñanzas fundamentales —de carácter preferentemente moral— que, a través de los apóstoles, se remontan al Señor. Como podrá advertirse, el texto está impregnado del espíritu evangélico.

Tal como nos ha llegado, el libro puede dividirse en tres partes claramente identificables, a saber: una instrucción que —según se afirma en VI, I— ha de preceder al bautismo, cuyo carácter es esencialmente moral y práctico; se expone mediante la alegoría de los dos caminos (caps. I-VI). Un esbozo de ritual para los sacramentos del Bautismo y la Eucaristía —o Santa Cena— (VII-IX), con un capítulo intercalado sobre el ayuno y la oración. Finalmente, una ordenación de las relaciones de la comunidad respecto a apóstoles y profetas, con avisos y cautelas para distinguir los verdaderos de los falsos profetas (XI-XIII), la manera en que se debe proveer sustento, algunas indicaciones sobre el día del Señor, y criterios sobre la elección de Obispos y Diáconos. Una exhortación a la vigilancia, con referencia a los últimos tiempos. [...]

(1) No obstante, Eusebio pone a la Didajé entre los escritos decididamente nothoi o espúreos, junto a Los Hechos de Pablo, el llamado Pastor, y la Epístola de Bernanbé (Historia Eclesiástica, III, 25,4).
Es todo por el momento, en breve más. Pero recuerden y siempre que estos escritos no son canónicos, de ahí que habrá que tener precaución y nunca tomarlos como verdades absolutas, sino que siempre, y esta es la exhortación, deberán ser cotejados y debidamente en base a la Sagrada Escritura Canónica (Biblia), la cual y como bien saben es la única fuente que contiene la revelación sin error, inspirada por el Espíritu Santo, y teniendo a Dios por autor (cf. Concilio Vaticano I).

Bendiciones.