dimarts, de desembre 18, 2007

Cuanta confusión...

Cuanta confusión está habiendo, hermanos, cuanta confusión. Tiempo ha llegado en que Dios apacentará a sus ovejas a tal cual la promesa de antaño, desde siempre, eterna, a tal cual su Palabra: única y verdadera.

¿Cuáles son nuestras intenciones?... ahora es tiempo de bien mirar hacia nuestros más profundos adentros, hacia lo más escondido de nuestra débil condición. Ahora es tiempo del remanente, tiempo de dar toda la Gloria a Dios.

No nos engañemos a nosotros mismos, hermanos, no. El Espíritu Santo siempre está obrando, siempre está llevándonos a los pies del Señor. Y ello, mis hermanos; tendrá lugar hasta el último día, hasta el último momento en que dejemos por siempre esta mísera condición.

El pecado es una ley inevitable, y mora en nosotros, por siempre, para siempre, y desde siempre. Por lo tanto no nos confiemos, no bajemos la guardia, y cada día, ante Dios, clamemos y reclamemos que nos sea mostrada nuestra verdadera condición.

Hermanos, si bien atendemos, si bien miramos, si bien escudriñamos nuestro más profundo interior... hermanos: NO TODO Y POR NUESTRA PARTE ESTÁ RESUELTO.

Es tiempo de entrega, de lucha, de guerra; pero mis hermanos, no nos confundamos: Todo ello y primeramente ha de tener lugar en nosotros mismos. La obra de Dios es que conozcamos a quien él envió: Jesús, el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Y hay que verlo, conocerlo, saber de él; como es, como obra, como... mis hermanos: NO TODO ESTÁ AUN HECHO EN NOSOTROS.

Los ojos han de estar puestos en el reino de Dios, y su justicia. Ni en el mundo, ni en los otros, ni tan siquiera en nuestro circulo más inmediato. No, el reino de Dios es un reino de poder, de gloria... pero por sobre todo sufre violencia, y...

Mat. 11:12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.

Sigamos andando. Les bendigo.