dijous, de setembre 13, 2007

Id y haced...

28:19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Viendo con los ojos debidos estos versículos, uno, bien puede llegar a ver y entender cuanta responsabilidad hay en ello, en el Mandato de: "id y haced discípulos". Si bien leemos, bien veremos que nada queda para nosotros, que nada es y para nada hemos de ser, nosotros, en lo más mínimo. Ello es el culmen de la Redención; el haber quedado libres de todo cuanto nace de nuestro más profundo ser carnal y anímico aun no regenerado por la gracia de Dios.

Decir quiero, y en más sencillez, que el Mandato dado es "id y haced", no traed, ni someted, ni obligad, ni imponed, ni reclamad derecho alguno sobre ellos, nomás, "id y haced discípulos" es el Mandato. Pero ¿discípulos de quien?... ni más ni menos que de Nuestro Señor Jesucristo, que no de hombre alguno, que no de institución alguna, que no de denominación concreta, que no de nosotros mismos, no, sino de JESUCRISTO EL SEÑOR Y MAESTRO.

Y para ello, uno, y por la gracia de Dios, debe de haber muerto y nacido de nuevo, del Espíritu. ¿Y qué significa esta muerte?, simple; el haber logrado por la gracia de Dios haber sido redimido, quebrantado, y por sobre todo, librado de uno mismo PARA LA GLORIA DE DIOS... y ello es, y a su vez, la Salvación, ello es ser Salvo: EL SER LIBRADO DE UNO MISMO PARA DIOS.

Ahora, es deber de cada cual mirarse así mismo, con sinceridad, ante Dios mismo, en oración, ante la Palabra, pidiendo que sea Dios Padre y mediante Cristo Jesús el Señor, quien nos ilumine, quien nos de luz y entendiendo de todo cuanto aun es parte de nuestro anterior ser, pecaminoso y carnal, condenado por Dios mismo, heredero de Adán... hay que morir y nacer de nuevo, del Espíritu, de Cristo!!!

Un saludo, les bendigo.

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