diumenge, de febrer 11, 2007

Temor de Dios

Hasta hoy, ahora mismo, no tenía un verdadero conocimiento de aquello que siempre he oído decir; teme a Dios. No, no tenía conocimiento de ello. Verdaderamente siempre andaba a mi interés más oculto, a mi forma de ser más arraigada en mi, y como no, siempre que sufría reprensión de Dios por ello, lograba decirle mansamente y sin duda alguna ya; gracias Padre, soy merecedor… pero…

Hoy ha sido distinto, cometí un error, sabía de ello, y en oración, cuando acudí ante Dios, vi venir y por primera vez la reprensión del Padre, claramente, pero atento; hoy he temido, hoy he entendido que hay que temer a Dios, pues hoy le he visto "enfadado", vamos, no es la forma más correcta de expresarlo, pero si le he visto molesto y dándome a conocer que era y necesaria la reprensión, y he temido, sí, lo he hecho, he tenido temor ante Él y su declarada reprensión.

Como he dicho, ha sido la primera vez que esto en mi se ha manifestado, y, no ha sido nada agradable, me he visto en necesidad de suplicar, pues aunque no lo parezca, me he visto y por primera vez plenamente merecedor de ello, y… sí, esta vez, tuve verdadero temor de Dios.

Bien, no tengo muchas más palabras que añadir, ni mucha más experiencia que compartir, pues ha sido todo muy rápido, tanto como lo justamente necesario para ver que no agradé a Dios y que he de temerle desde hoy. Tanto, que rápidamente pedí misericordia, que no tuviese lugar la corrección si era posible, pues bien se como es, lo que produce en nosotros y no, no es nada agradable. Pero bien sabemos que siempre somos merecedores de ello, por ser y siempre a la vez nosotros, lo causantes de ello.

En fin, únicamente entendí y por ello pedí a Dios Padre, que ello fuese una verdad en mi vida, una obra real en mi, es decir; que me diese en su gracia un verdadero temor a Él constante y formando parte de mi, porque entendí y claramente cuan necesario es para poder y a la verdad andar cada día en su voluntad y propósito, y si en su gracia lo considera, en servicio grato a Él.

Como dije, ha sido un deslumbrar leve, muy leve, pero con una fuerza y claridad inmensa, concisa, y con un advertir claro de que todo está llegando a un punto en que ya nada es y por mi dejadez o torpeza tan fácilmente aceptado y perdonado. No, considero y en base a la experiencia, que está llegando el momento en que ya no todo me es permitido, no todo me conviene, y… ahora ya es Dios Padre quien así lo está reclamando y por ello, llega el tiempo de a la verdad empezar a negar completamente todo cuanto nomás me beneficia a mi.

Nada más, sigamos andando el camino, y que Dios Padre y en su gracia nos llene de sabiduría y conocimiento pleno del obrar del Espíritu Santo, el cual, nos lleva y cada día más a ser uno con Cristo, conforme a la que es medida del varón perfecto.

Que Dios Padre y Jesucristo el Señor derramen su gracia y paz para con todos sus hijos