divendres, de març 12, 2010

Mi estimado ateo...


Estimado no creyente en Cristo Jesús el Señor:

No depende de que el hombre quiera o se esfuerce, sino de que Dios tenga compasión. Debe entender que Dios amó al mundo, al mundo, es decir: A TODO SER HUMANO. Tanto, que dio a su unigénito Hijo para que todo aquel que en Él crea, no se pierda más tenga vida Eterna. Dios, cuanto tenía que hacer, por usted, por mi, y por todos, ya lo hizo. Fue en la persona de su Hijo que vino a consumar todos sus deseos y anhelos, y los entregó como don gratuito al mundo entero. Y el mundo es quien ahora decide que camino tomar, si el que Dios y en su amor ha dispuesto por medio de su Hijo, o bien el que en su libertad, la que Dios y a su vez le ha dado, decida andar.

Al igual que Dios amó al mundo, al igual que su Hijo murió por los pecados de todos, igualmente nosotros amamos a todo el mundo. No tenemos nada contra nadie, porque a fin de cuentas bien sabemos que nadie tiene nada si no le es dado de Dios. Al igual que sabemos que nadie puede venir al Hijo, si no le es dado del Padre, de Dios Padre mismo.

Por lo tanto, si hoy usted no cree, es porque Dios así, al menos de momento, lo ha dispuesto. Y nosotros no contendemos con Dios, siempre tratamos de hacer su voluntad, aunque NO SOMOS perfectos y erramos en muchas ocasiones, por lo cual damos gracias a Dios por habernos librado por medio de la Sangre de su Hijo de todas nuestras transgresiones.

Dios amó al mundo, y en este amor usted está incluido, y en el amor de Dios, le amamos. Lo único que podemos hacer por usted, y por todos, es predicar la Buena Nueva que se cumple en Nuestro Señor Jesucristo, bien sabiendo que todo aquel que es de los suyos, todos, oyen su voz y le siguen.

No se preocupe tanto, le amamos, en la medida que Dios le ama. Y nada más hacemos que hablarle de este amor que Dios a derramado en nuestras vidas y que hoy lo llena todo. El cual usted, en su libertad, lo puede tomar o lo puede dejar, es libre, Dios así nos ha creado, y... no dude que le amamos, tanto, como le ama Dios mismo, y que tan claramente lo ha manifestado y manifiesta por medio de su propio Hijo.

En el Nombre de Cristo, le bendigo.