dilluns, d’abril 17, 2006

Sin aparente salida

No creas hermano que en mi hay felicidad, sino todo lo contrario, hay desasosiego, lucha, guerra, decepción y como no, desesperación. No creas que me resulta fácil andar junto con Cristo mi Señor cada día, no, no me resulta nada fácil. Pero sabes, algo he aprendido en mi solitario caminar: que todo es para bien mío, que Dios así lo ha predispuesto para gloria de su Hijo, en su momento dado.

Ando cada día buscando, escudriñando, muriendo, entregando, ando cada día en lucha, toda ella, para vencerme a mi mismo. No siempre entiendo, ni comprendo el por qué, pero si algo se, es que así es y he de aceptarlo para la gloria de mi amado.

Lloro, me rindo, sufro, me entrego, nada aparentemente gano, pero en el fondo, en lo más profundo de mi corazón, anhelo la libertad, el salir, el expresar, todo cuanto Dios me ha dado. Pero no, no es posible, no lo logro, está cerrado. No hallo la salida para lograrlo.

Y entiendo, empiezo a entender, comprender y aceptar, que todo es un bien necesario para lograr romper y por siempre mi caparazón humano, el que está impidiendo la gloria de mi Señor amado.

Sigo luchando, llorando, sufriendo, aceptando, esperando y como no, muriendo a mi yo, para gloria de aquel por el cual he sido llamado. No se el tiempo, ni el lugar, ni tan siquiera el propósito dado, pero ando buscando una salida, una puerta de salida para gloria del Espíritu Santo.

Le pido, le suplico, que la halle, que halle la puerta de salida par gloria de aquel que todo me lo ha dado. De aquel que está ansioso de salir y decir al mundo entero. DE NUEVO VENGO, ESTAD PREPARADOS!!!

Bendiciones de lo alto.