dilluns, de març 20, 2006

¿Dar para recibir?

¿Dar para recibir? el qué, a quién y sobre todo: por qué. Como podemos pensar que al dar vamos a recibir, como podemos estar pensando en lo más profundo de nuestro YO que si damos de lo que tenemos y creemos erroneamente es nuestro recibiremos algo a cambio. No hermanos, no le demos pie al diablo porque de así hacerlo, este coge fuerza y no hay forma humana de pararlo. Cuanto le gusta al diablo tener nuestra carne y alma a flor de piel con ideas confusas y erróneas que para nada ayudan a crecer en Cristo nuestro Señor, sino más bien y todas ellas, encaminadas a llenar de falso sentido nuestro más profundo YO.

¿Dar para recibir? Pero ¿qué tienes tú que no te haya dado Dios? Pero ¿qué puedes dar tú, si antes no te lo ha confiado Dios? No hermanos, esta verdad -confusa verdad- es de las más llenas de cizaña que esta siendo predicada en la actualidad desde lo más alto de los púlpitos. Se predica en todas y cada una de las congregaciones -en su mayoría al menos- que Dios nos colmará de bendiciones y llenará nuestras arcas de forma espectacular si damos, y lo peor de todo, con la pretensión insinuada hábilmente de que recibiremos algo a cambio, es decir, nos predican que Dios nos dará por ello prosperidad. Pero esta prosperidad y deforma muy sutil, oculta y tremendamente falsa, siempre está centrada y principalmente en recibir a cambio bienes de naturaleza material, aunque y porque no decirlo, siempre los hay que de forma sutil, tratan de hacernos ver y creer que esto, lo material, forma parte de lo Espiritual. Tremendo error el creer en ello, cuando la Biblia y bien claro nos dice que: busquemos primeramente el Reino de Dios y lo demás vendrá por añadidura. Es decir: muramos a nuestro YO, a todo aquello que nos impide llegar a Dios, a su Reino, por ser creación e invención del diablo para alimentar nuestro YO, y…

Hermanos: hasta que no logremos aceptar en nuestro más profundo interior, que todo, absolutamente todo cuanto tenemos, poseemos y por consiguiente podamos DAR gracias a ello, fue Dios quien primeramente nos lo confió, difícilmente podremos entender y menos aun aceptar, que por mucho que demos en busca de una mayor prosperidad, nunca esta tendrá lugar tal cual Dios nos lo exige conforme a la verdad. Cuidado; el diablo también puede hacernos prosperar, también puede llenarnos de bendición, DE FALSA BENDICIÓN, ¿o es que no recuerdas cual fue una de la tres tentaciones que recibió en el desierto Cristo nuestro Señor?

Lo lógico y llegado a este párrafo, es que tu YO más profundo te esté plantando cara y como no haciéndote pensar que ando equivocado y que para nada lo que hasta ahora llevo escrito, es tal cual Dios a ti te lo ha mostrado ¿Es así? Entonces pues sigue leyendo, porque tremenda carne y alma hay aun en ti si llegaste a pensar así sobre ello.

Recordemos que quien es fiel en lo poco, lo es en lo mucho. Dios nos da primeramente una parte de la prosperidad, Su properidad, para que nosotros podamos demostrarle hasta que punto aprendimos Su Palabra y somos capaces de ser buenos administradores de Sus bienes. Sí, hermano, todo cuanto tenemos, todo cuanto podamos poseer, es Dios y solo Dios quién en su gracia permitió que pudiésemos disponer de ello. El Padre nos da conforme a nuestro conocimiento de la verdad y la prosperidad de Dios viene dada, cuando sus hijos son capaces de serle fiel conforme a Su voluntad. La prosperidad de Dios está basada en la verdad, Su verdad, y no en aquella que sutilmente nuestro YO pretende adaptar a nuestra más profunda debilidad carnal.

La prosperidad de Dios está basada en el saber administrar los bienes que Él nos confia para cubrir nuestras necesidades y las de los demás, es decir: aquellos o aquello que Él ha predispuesto. Dios nos proveerá en verdad, Su verdad, siempre y cuando le demostremos que somos capaces de dar y entregar sin reservas todo cuanto Él nos confie para con los otros hermanos más necesitados. Tengamos en cuenta que hemos de ser luz para quienes son más débiles que nosotros en la fe.

Si aceptamos esta verdad, la prosperidad estará por siempre servida, no solo para nosotros mismos, sino para todos los hijos de Dios, aquellos que por gracia y obra de Dios, habitarán por siempre en Su Reino, que no en el de nuestro YO.

Analiza esto: somos un mismo cuerpo, un mismo Espíritu y un mismo Pueblo. Pero para saber más y como no, lee de nuevo y en base a esta verdad que hoy he compartido contigo, el libro de Hechos.

Nada más al respecto, ahora trata de hallar por ti mismo la verdad que hay en ello.

Bendiciones.