divendres, de desembre 18, 2009

El autoexamen ...

 
NO SIRVE PARA NADA!!! Porque mediante el autoexamen, uno, únicamente logra verse así mismo, a tal cual el concepto que de si mismo tiene. Esto es incorrecto. No debemos olvidar que es en su Luz, que en verdad podemos ver la Luz. El hombre comió del árbol del bien y del mal. Y ese bocado sigue estando presente en todos, por tanto que todos, en Adán, hemos comido del mismo fruto.

El hombre, en Adán, sabe que está bien y que está mal bajo su punto de vista y sin necesidad de estar sujeto a Dios, sin necesidad de consultarle a Dios. No debemos olvidar que el corazón del hombre es más engañoso que todas las cosas.

El autoexamen no puede llevarnos a buen puerto, porque únicamente se fundamenta en el ego de la persona, en su yo más profundo, en su egocentrismo, en como cada cual logra ver las cosas por si mismo a su interesado entender y cómo este y por si mismo las juzga... y estas pueden ser –de hecho en la mayoría de casos siempre lo son– muy contrarias a conforme Dios las ve, dispone y juzga.

Sólo en su Luz, podemos ver la verdadera Luz. Únicamente Dios puede escudriñar nuestros corazones, intenciones, y demás... de una forma justa y conforme a su Voluntad. De ahí la necesidad de acudir constantemente ante Él, para ser escudriñados por Él.

El autoexamen NO CORRESPONDE A UN VERDADERO CRISTIANO. Un verdadero Cristiano, por la influencia del Espíritu Santo, se ve pecador, y como tal, se arrepiente de sus pecados, y por ello viene a lo pies de Cristo, y clama a Dios que le libre de sus transgresiones, faltas, y pecados, que le son mostrados bajo la luz del Evangelio, de la Palabra, por la cual vamos siendo limpiados.

No, el autoexamen ES UN ENGAÑO. Un cristiano confía en Dios, reconoce que es pecador, y que todo lo que mana de él, todo, es indigno de Dios. Y es por ello que acude a Dios, por medio del Hijo, y bajo la influencia del Espíritu  Santo, para que sea Dios quien EN SU LUZ, LE DE VERDADERA LUZ, y sea esta la que restaure su vida al mostrarle su verdadera condición caída.

Un Cristiano no ha de confiar en si mismo en absoluto; ni en sus juicios, ni en sus criterios, ni en sus percepciones de que es bueno o malo, porque un cristiano ya ha visto ante Dios que todo en él es contrario a Dios mismo, y únicamente puede conocer quien es y en verdad, ante la Luz de Dios mismo.

EN SU LUZ, Y ÚNICAMENTE EN SU LUZ, ES QUE EN VERDAD PODEMOS VER LA LUZ.

Como Cristianos, dejemos ya de andar conforme el mundo anda, porque este anda a tal cual Adán mismo después de su caída: alimentándose continuamente del árbol del bien y del mal y determinando cada cual, por si mismo, sin Dios, que es o deja de ser verdad.

Dios les bendiga.