dijous, de juliol 27, 2006

Hola Señor Jesús

Para conocer Aquel por cual se es Salvo, deberemos saber, ante la verdad, quien es: Él es el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Jesús mismo dijo: “El que me ama, hace caso de mi palabra; y mi Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a vivir con él” (Jn. 14.23). Y por esta, Su Palabra, vemos y entendemos por donde andar, por fe, hacia la promesa que Dios Padre nos tiene reservada, en nuestra unión al Cristo Jesús.

Veámoslo en las Escrituras:

Efesios 1.3 Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues en Cristo nos ha bendecido en los cielos con toda clase de bendiciones espirituales. 4 Dios nos escogió en Cristo desde antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos y sin defectos en su presencia. Por su amor, 5 nos había destinado a ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, hacia el cual nos ordenó, según la determinación bondadosa de su voluntad. 6 Esto lo hizo para que alabemos siempre a Dios por su gloriosa bondad, con la cual nos bendijo mediante su amado Hijo. 7 [-8] En Cristo, gracias a la sangre que derramó, tenemos la liberación y el perdón de los pecados. Pues Dios ha hecho desbordar sobre nosotros las riquezas de su generosidad, dándonos toda sabiduría y entendimiento.

Este es nuestro deber y ÚNICA obligación para con Dios: el llegar a ser uno EN Cristo, mediante Su Palabra. Para ello, necesariamente deberemos guardar todo cuanto Jesucristo nos habla. Sólo así tendremos conocimiento de su obra en nuestro más profundo ser y, por la cual, nos hará ver quien es en verdad; Él, Cristo, la gloria de Dios.

Para conocerle es necesario empezar por la base, por la esencia, por la simpleza de Jesús como hombre igual a nosotros. El cual, y al igual que todos, Dios Padre le creó a su imagen y semejanza. TODOS somos ante Dios iguales y, ante Él, todos seremos juzgados igualmente.

Dios Padre y en su inmensa sabiduría y misericordia, nos dio a su Hijo Jesús en la misma condición nuestra, es decir; como ser de carne y huesos con voluntad propia y libre elección de actos. Jesús y para mostrarnos el camino, renunció a su Divina condición en pro de hacerles ver al mundo y a quienes creen en Él, que: todos los que creyendo en Su NOMBRE, Obra, Muerte y Resurrección de entre los muertos, serán salvos por la gracia de Dios en el postrer día.

Para entender todo aquello que es y concierne la Palabra, todo cuanto es nuestro Señor Jesús, necesariamente deberemos centrar nuestros esfuerzos en conocerle ante la verdad de Dios, es decir; primeramente reconocerle como hombre tal cual lo somos nosotros y, en base a sus enseñanzas y obra, andar nuestro camino juntamente con Él, para entender la verdad y propósito de Dios Padre para con nosotros, sus hijos. Será allí, en nuestra unión al Cristo Jesús, que entenderemos el verdadero Ser Divino de Jesucristo nuestro Señor.

Por ello, ante Dios y desde hoy -al ver y entender por Su gracia- centraré estos “mis” escritos, en la obra y ser a la verdad, de Jesucristo nuestro Señor. Es decir; desde hoy y por Su gracia andaremos conforme lo hizo nuestro Señor Jesús. Entendiendo Sus enseñanzas, Su bondad, Su humildad… y ante todo; Su inmenso Amor por los suyos, que a la vez, son los destinados a ser adoptados por Dios Padre como hijos, ante la Cruz.

Jesucristo es el único Señor y, sin el entendimiento profundo del misterio y por qué de Su vida, Muerte y Resurrección -y por partes- nada podremos lograr ante Dios. Todos tenemos y conocemos las Escrituras, los Evangelios y las Epístolas y, para todos por igual, están en un único libro; “la Biblia”. Pero no todos comprenden que cada lectura tiene un tiempo, un estado espiritual necesario para poder entenderlas por la gracia de Dios, conforme a la verdad. Ante ello, desde hoy, por la gracia y misericordia de Dios Padre en mi, entendí es necesario empezar el dar a conocer por verdad vivida; quien es Jesucristo nuestro Señor: el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Hemos sido llamados NO para servir a Dios por obras, sino a SER la Obra del Dios viviente. Entendamos que nada, absolutamente nada cuanto tengamos u hagamos sirve para nuestra salvación. TODO, por Él y en gracia, nos ha sido dado. Porque todo es de Él, por Él y para Él. ¿Que podemos darle a Dios si ha sido Él quien anteriormente nos lo ha dado?. Y ello, para que nadie se gloríe de nada. Toda gloria es de, y, para Dios.

Así pues, descansad todos cuantos estáis cansados y agobiados: iniciamos el verdadero camino -”EN CRISTO”- para gloria de Dios Padre. Llegó el tiempo del REPOSO prometido por Dios Padre para todos cuantos creyeron en el hijo del hombre, Jesucristo: Nuestro único Señor y Maestro.

¡Acerquémonos unánimemente TODOS, al único NOMBRE, dado por Dios a los hombres, en que podemos ser salvos!.

Que Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo derramen su gracia y paz sobre todos vosotros y os llenen de sabiduría y verdad para su gloria, en unión al Cristo: la Palabra del Dios viviente.