dimecres, de maig 19, 2010

Sigue andando...


Que la Paz del Señor sea contigo:

Si has andado hasta aquí, no dudes y sigue andando. La vida en Cristo es un camino que hay que andar cada día, paso a paso, y bien sabiendo que en el momento que dejes de andar, en ese mismo momento dejarás de hacer camino.

Dios, hoy, no quiere miembros de iglesias, de grupos, no. Dios hoy reclama lo que siempre ha reclamado: UNA RELACIÓN PERSONAL CON ÉL.

Dios hizo un pacto, y este pacto sigue estando vigente por tanto que fue sellado con la propia sangre del Hijo. Un Hijo que dio su vida por todos nosotros a cambio de nada. Sin merecer castigo alguno, Él, cargó en la cruz con todos nuestros pecados. Y ello lo pudo hacer porque en él no había pecado alguno.

Debemos entender que si el hombre, por si mismo, pudiese lograr salvarse, ser agradable a Dios, no habría sido en absoluto necesario que el Hijo muriese en la cruz por nosotros.

Es un error común el creer que podemos hacer algo por agradar a Dios, que podemos por nosotros mismos "ganarnos el cielo", pero ello es un tremendo error, ello es justamente NEGAR AL HIJO.

Si no entendemos que sin Cristo, y como bien él nos dice, nada podemos, no lograremos hallar el camino, el estrecho y angosto camino, que nos lleva a la presencia de Dios Padre Todopoderoso mismo.

En verdad nos dice el Señor que hemos de nacer de nuevo, del Espíritu, y ello supone un precio. ¿Qué precio?... uno tan elevado que ningún hombre puede pagar y, por ello, Cristo Jesús murió en la cruz, cumplió, y Dios lo resucitó de entre los muertos confirmando con ello que en verdad el Hijo hizo todo cuanto Dios le reclamó por todos nosotros, y lo sabemos porque el mismo Hijo, en la cruz, dijo: CONSUMADO ES!

Y recuerda que es Jesucristo mismo quien te dice:

Jn 5.34.- Pero yo no dependo del testimonio de ningún hombre. Solo digo esto para que ustedes alcancen la salvación.

Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo sea contigo.

dissabte, de maig 08, 2010

Ser cristiano no es fácil...


 Mi querido hermano:

Ser Cristianos no es fácil. Es un camino estrecho y angosto, que pocos logran hallar. Es el mismo Señor Jesucristo quien así lo enseña a sus discípulos y en la Escritura escrito está. 

Quiero que entiendas que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Y te indico esto para que empieces a ver que no todo quien dice ser de Él, a la verdad lo es. Es por ello que te indiqué que si en verdad quieres conocer a Cristo, el verle cara a cara, a tal cual es, empieces a olvidarte de lo que hasta hoy has creído que era la Iglesia. 

Como cuerpo de Cristo que es, solo pertenecen a ella todos cuantos están unidos a la cabeza, que lo es ÚNICAMENTE Cristo. En concreto la Escritura dice que son hijos de Dios aquellos que son guiados por Su Espíritu. 

No, no todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino únicamente aquellos que hacen la voluntad del Padre. Y ello es ENSEÑANZA DE JESUCRISTO. 

Por desgracia, hoy, la "iglesia" institucional, está siendo y en verdad una piedra de tropiezo para todos cuantos quieren creer. De hecho ni están entrando ellos, ni dejan a nadie entrar. 

Solo hay un camino que conduce al Padre, y este lo es Jesucristo. Es Él quien nos dice, quien nos afirma: "YO SOY EL CAMINO, Y LA VERDAD, Y LA VIDA, solo por mi podéis llegar al Padre". 

Si lees las Escrituras, como ya te indiqué, en ellas, en concreto en Jeremías, y en Zacarías, nos es indicado cual es el Pacto, el Nuevo Pacto, que Dios prometio y que se cumple a la perfección en Cristo por medio de su sacrificio en la Cruz. 

Es un pacto que Dios hizo, y que lo confirmó con la propia sangre de su Hijo, que es Dios y en si mismo, y lo avaló, resucitándole de entre los muertos. Un pacto en el cual Dios, en su gracia, NOS PERDONÓ TODOS NUESTROS PECADOS, pero atento, nos los perdonó a todos cuanto aceptamos el sacrificio de su Hijo para perdón de nuestros pecados. Los pecados no le son perdonados a nadie que no crea en el Hijo, en Jesucristo el Señor, porque de ser así, no hubiese sido necesario que Él muriese en la cruz. No, muchos son los que ven a un Dios amoroso, pero se olvidan que a su vez es TREMENDAMENTE JUSTO. Y el amor de Dios está fundamentado en su justicia, y Dios no puede amar de forma injusta, y por ello, tuvo que ser Él quien pagase en la persona de su Hijo, el precio de nuestro rescate ... 

Nuestro Señor Jesucristo MURIÓ por todos. Pero únicamente le son perdonados los pecados a aquellos que en Él creen. Y nada más pide Dios para el perdón de TODOS nuestros pecados, que creemos en su Hijo, el que Él nos ha dado. 

Que Dios os bendiga, y que nuestro Señor Jesucristo derrame su gracia sobre todos vosotros.

dilluns, d’abril 19, 2010

Compartiendo con el Señor...


Hola Mi Señor, buenos días:

Solo tú sabes la verdad sobre mi vida, eres tú Señor quien conoce cada uno de mis pensamientos, de mis dudas, de mis... Señor solo tú sabes cual es mi desierto.

Ando, sufro, me veo derrotado de continuo, y bien sabes que me resulta ya imposible dar un paso. Todo cuanto hasta hoy he vivido, todo, ya es un sin sentido que provoca en mi un tremendo vacío al comprobar que a la verdad no te he buscado a ti. No mi Señor, sino que en todos los aspecto he andado buscando mi placer, mis intereses, el sentirme bien, el...

He acudido a ti mi Señor y siempre, con el único interés de ser yo el que saliese beneficiado. Siempre he acudido a ti para recibir algo a cambio, y olvidando que tú mi Señor ya lo hiciste todo por mi, por los míos, por... Señor; ¿por qué me cuesta tanto el estarte agradecido?.

Hoy vengo a ti mi Señor de nuevo derrotado, sin fuerza alguna. Viéndome cada día más alejado, porque confundí la fe, con el sentirme lleno a mi mismo. Porque confundí el amor, con sacar algo a cambio, porque creyendo estar haciendo tu voluntad, a la verdad únicamente buscaba el llenar mi ego, el sentirme satisfecho.

No se orar, hoy se que no se orar, pero hay una Palabra, que es verdad, que bien nos dice que no sabemos orar, y hoy la quiero tomar como mía, acudir ante ti y decirte en voz bien alta: MI SEÑOR, NO SE ORAR. ENSEÑAME A ORAR.

Son años los que he andando viviendo una hermosa experiencia, en la cual te sentía, te podía vivir en mi cada día, pero hoy se que ello mismo es un gran impedimento y que me condiciona a vivir no por fe, sino por sentimiento, y ello hoy mi Señor, ello, NO LO QUIERO.

Mi Señor y mi Dios, en ti confío. Solo tú puedes sacarme de este error, y es por ello que a ti, Espíritu Santo que moras en mi, a ti te pido que me des luz, que escudriñes mi corazón, mis intenciones, mis más profundos y oscuros pensamientos que bien se que los hay y que son el mayor impedimento para poder y en verdad manifestar la nueva vida increada que de ti mi Dios emana.

Buenos días mi Señor y mi Dios, en ti confío. Te bendigo.

divendres, d’abril 16, 2010

Mi Dios, mi amigo...


Mi estimado hermano; que la Paz del Señor sea contigo. 

Después de mucho tiempo creyendo que andaba con el Señor, un día no muy lejano, entendí que todo en mi era puro egoísmo, por tanto que no buscaba a Dios por lo que Él es, sino por todo cuanto por mi parte deseaba de Él obtener. 

Fue por su gracia que logré entender que tenía un Dios, pero no UN AMIGO. Tenía un Dios al cual siempre acudía con mis problemas, con mis necesidades, con todo cuanto me impedía sentirme gozoso en mi carne. Pero sin darme cuenta que a la verdad ni lo estaba amando, ni tan siquiera le estaba correspondiendo con mi amistad, porque todo era para un interés único, los placeres y anhelos de mi carne. 

Hoy, y a pesar de haber sentido a Dios como dudo que nadie lo haya sentido —por años sentí a Dios— hoy aborrezco todo sentimiento por tanto que sólo sirve para llenarme de placer a mi mismo y conforme a mi ego.

No, no quiero a un Dios que me de todo lo que necesito, que cubra todos mis deseos, que me libre de lo que corresponde a una vida como cualquier otra vida, no: quiero UN AMIGO en el que pueda confiar y saber que sea cual sea la situación y por grave que esta sea, EL ESTARÁ CONMIGO, pero sin la necesidad de que me de nada a cambio más allá de su  amistad mismo. 

Nada quiero más que ser amigo de Dios. Él ya lo es mío, porque su Hijo me libro de la enemistad, pero aun me queda un largo camino para ser yo digno de que Él pueda llamarme amigo. Porque un amigo que siempre va con sus problemas, buscando siempre el sacar algo a cambio, con la intención de salir y siempre del encuentro beneficiado... NI ES AMIGO, NI TIENE AMOR, NI VALOR ALGUNO. 

Dios me ha dado la vida natural, y esta vida la quiero vivir COMO TODO EL MUNDO LA VIVE y con todo cuanto ella me ofrezca, no quiero ser más que nadie... sólo quiero una cosa y me repito: SER AMIGO DE DIOS, Y QUE EL ME CONSIDERE UN VERDADERO AMIGO. 

No se si llegas a entender de que te hablo, pero únicamente pido ser su amigo y que Él me reconozca como tal. NADA MÁS DESEO, ese es mi único anhelo. Y no es fácil ello, no, YO SOY EL ÚNICO IMPEDIMENTO, de ahí la necesida imperiosa de morir a uno mismo y sus deseos, conforme nos mostró Cristo mismo. 

Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo sea contigo y los tuyos.

dijous, de març 18, 2010

El final de los tiempos...




Mi querido hermano; hoy te comparto esta reflexión, y pido a Dios que sea Él quien te de en su Luz, debida Luz, y sea el Espíritu Santo quien tomando de Cristo te lleve al debido entendimiento que te sea necesario.

Estamos en un tiempo que perfectamente podría estar indicando el final de los tiempos, pero que aun es temprano como para meternos de lleno en ello como base y fundamento de nuestras enseñanzas.

En base al libro del profeta Hageo, no quiero ver lo que está diciendo Dios hoy más allá de uno mismo, de mi mismo. De ser y primeramente en mi donde busque, en Él, el ser templo de Dios, morada del Espíritu Santo. El tiempo de las grandes congregaciones, de los grandes avivamientos, de... todo lo que hasta hoy hemos visto y que claramente se está viendo que se va derrumbando, ello, ya forma parte de otro tiempo.

Hoy, y es lo que entiendo de Él; Dios nos está reclamando el que seamos VERDADEROS templos, que en nosotros pueda morar su Espíritu, que pueda hallar reposo el Espíritu Santo, y por ello, Dios, pueda manifestar su gloria.

Hemos de buscar el reino de Dios y su justicia, y se puede hallar, porque nos es dicho que lo busquemos, y quien busca, en Cristo, halla. Y bien sabemos que nos es dicho que todo lo demás vendrá por añadidura.

Tú, al igual que todo debido cristiano, has vivido momentos de "sin Dios", donde parecía que Dios te había dejado de lado, abandonado... ya hace tiempo, cuando aun andabas por sentimiento, y bien recordarás cuanta soledad hallabas en ti, cuan desamparado te veías al no poder contemplar a Dios cara a cara. Habías comido de su pan y, ahora; nada te podía saciar más que su presencia, que hoy lo es ya y por su gracia SU VOLUNTAD.

Pues imagínate como será el final de los tiempos de amargo, cuando Dios, que en todos de un modo u otro está obrando, incluso en los no creyentes, porque aun tienen la esperanza en algo, que es Él, pero no quieren aceptarlo... imagínate cuan doloroso será el día que Dios retire de sobre la tierra plenamente SU PRESENCIA. Lo has vivido, sabes lo penoso que es no hallar su presencia, pero aun así tenías esperanza en su Palabra, tenías su Palabra que es la que te sostuvo en esos días, pero imagina el día que Dios retire su presencia de sobre la faz de la tierra plenamente... ESE DÍA, Y SI DIOS LO ALARGASE MUCHO, NI LOS SUYOS LO RESISTIRÍAN... hay cinco vírgenes que se quedaron sin aceite en el esperar.

¿Por qué te hablo de ello?... porque si el final de los tiempos se está acercando, hoy, Dios ya no pide que crezcamos en número, sino en Cristo mismo. Que nos esforcemos por unirnos a Cristo, ser uno en Cristo, ser y en verdad templo de Dios, ser morada donde el Espíritu Santo pueda reposar y Dios a su vez mostrar su gloria. Porque de no ser así, y de acercarse el tiempo final, quien no esté preparado SE QUEDARÁ FUERA porque su aceite no le llegará para soportar el retraso, y ello sin la presencia de Dios en absoluto, ello, será MUY AMARGO Y BIEN LOS SABES.

Y si haciendo el bien, perseverando en la fe, buscando el rostro de Jesús, dejándonos ser vaciados de nosotros mismos por el Espíritu Santo, y siendo a su vez llenados del aceite que nos será necesario... si aun así el Señor se retrasa, no dudemos que por bien caminar; la Palabra, la Bendición, las Promesas, y todo cuando Dios nos ha ido preparando desde antes de la creación del mundo, nos será siendo añadido por Él mismo y sin dudarlo.

Que la Paz del Señor Jesucristo sea contigo y los tuyos. BENDICIONES, mi hermano.

divendres, de març 12, 2010

Mi estimado ateo...


Estimado no creyente en Cristo Jesús el Señor:

No depende de que el hombre quiera o se esfuerce, sino de que Dios tenga compasión. Debe entender que Dios amó al mundo, al mundo, es decir: A TODO SER HUMANO. Tanto, que dio a su unigénito Hijo para que todo aquel que en Él crea, no se pierda más tenga vida Eterna. Dios, cuanto tenía que hacer, por usted, por mi, y por todos, ya lo hizo. Fue en la persona de su Hijo que vino a consumar todos sus deseos y anhelos, y los entregó como don gratuito al mundo entero. Y el mundo es quien ahora decide que camino tomar, si el que Dios y en su amor ha dispuesto por medio de su Hijo, o bien el que en su libertad, la que Dios y a su vez le ha dado, decida andar.

Al igual que Dios amó al mundo, al igual que su Hijo murió por los pecados de todos, igualmente nosotros amamos a todo el mundo. No tenemos nada contra nadie, porque a fin de cuentas bien sabemos que nadie tiene nada si no le es dado de Dios. Al igual que sabemos que nadie puede venir al Hijo, si no le es dado del Padre, de Dios Padre mismo.

Por lo tanto, si hoy usted no cree, es porque Dios así, al menos de momento, lo ha dispuesto. Y nosotros no contendemos con Dios, siempre tratamos de hacer su voluntad, aunque NO SOMOS perfectos y erramos en muchas ocasiones, por lo cual damos gracias a Dios por habernos librado por medio de la Sangre de su Hijo de todas nuestras transgresiones.

Dios amó al mundo, y en este amor usted está incluido, y en el amor de Dios, le amamos. Lo único que podemos hacer por usted, y por todos, es predicar la Buena Nueva que se cumple en Nuestro Señor Jesucristo, bien sabiendo que todo aquel que es de los suyos, todos, oyen su voz y le siguen.

No se preocupe tanto, le amamos, en la medida que Dios le ama. Y nada más hacemos que hablarle de este amor que Dios a derramado en nuestras vidas y que hoy lo llena todo. El cual usted, en su libertad, lo puede tomar o lo puede dejar, es libre, Dios así nos ha creado, y... no dude que le amamos, tanto, como le ama Dios mismo, y que tan claramente lo ha manifestado y manifiesta por medio de su propio Hijo.

En el Nombre de Cristo, le bendigo.

dijous, de febrer 25, 2010

Más sobre la Sanidad Divina...


Dios ha establecido las leyes de la naturaleza, y si un Cristiano las incumple en su propio cuerpo, si no le da la debida atención, si no lo cuida como debe cuidarlo, siendo como es el templo del Espíritu Santo, la Escritura misma nos dice que Dios lo destruirá:

1Cor. 3:17 Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y ese templo son ustedes mismos

¿Claro?... ningún creyente podrá pedir a Dios que lo sane, si antes no da debida solución al problema que está afectando a su cuerpo, y por consiguiente, al templo del Espíritu Santo. Y ello, porque el mismo creyente está siendo contrario a las leyes de Dios, y a la Palabra de Dios misma que claramente indica que hay que cuidar el templo, el cuerpo, y no destruirlo, porque sino Dios mismo lo destruirá a él, y Dios entre otras cosas lo puede destruir por medio de la enfermedad que como bien sabemos es el principio del camino hacia la muerte.

Así pues, por mucha fe que se tenga, por mucho que se le pida a Dios por sanar, Dios no obrará hasta que el creyente venga a razón, obre a tal cual es debido, deje de hacer el mal que está haciendo, y... entonces y solo entonces Dios lo sanará.

La enfermedad siempre es a causa de algo, bien un pecado no confesado, o bien un mal cuidar el cuerpo y templo de Dios, y Dios la está consintiendo para que el creyente venga o bien a arrepentimiento, o bien a atender debidamente el cuidado de su cuerpo. Y no, no sanará y por mucho que insista, ni por mucho que acuda a los hermanos, si antes no se pone a cuentas con Dios y aprenda a andar a tal cual Dios le está reclamando.

Dios utiliza la enfermedad para llevarnos a un conocimiento de nosotros mismos, que de otro modo no hallaríamos. Y a Dios no le agrada vernos enfermos, pero como buen Padre que es, bien sabe aplicar la disciplina necesaria para que vengamos a Él y atendamos su Voluntad conforme a su Palabra. 

Por lo general, Dios, no consiente la enfermedad más allá de lo que es estrictamente necesario. Por lo general, cuando el creyente ha visto su error, su pecado, su mal andar, aquello que Dios se ha propuesto mostrarle, la enfermedad deja de tener lugar.

Así pues no vean la enfermedad como algo que Dios está obligado a sanar, porque esta viene a tener lugar porque es necesaria para poder llegar a ciertos aspectos, conocimientos y demás, que de otro modo el creyente NO PODRÍA DE MODO ALGUNO HALLAR.

En Cristo Jesús, bendiciones.


La Sanidad Divina...


El creyente sabe que Dios le puede sanar. Y por ello, si enferma, lo primero que hace es acudir a Dios no a que le sane, porque tiene claro que Dios le quiere sanar, sino que acude a Dios para que Él le muestre cual es la razón y causa que le ha llevado a enfermar. 

El creyente genuino sabe que todo cuanto en él acontece, todo, es para su bien. Pues bien sabe que:

Rom. 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. 

Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan para bien, y sabemos que todas son conformes al propósito de Dios. Y Dios no quiere que nos amemos a nosotros mismos, que es la principal razón por la cual, en cada ocasión que enfermamos, lo primero que hacemos es acudir en busca de sanidad, o bien en Dios, o peor: en la medicina tradicional antes que en Él. Y ello deja en claro un tremendo amor a uno mismo por sobre Dios.

No, el creyente genuino sabe que Dios no quiere, como Padre que es, que ningún hijo suyo sufra indebidamente. Dios no desea la enfermedad para nadie, y mucho menos el sufrimiento innecesario. De ahí que si enfermamos, sabemos que la causa y razón no está en Dios, sino en nosotros mismos, en nuestros indebidos actos.

Y lo primero que hacemos NO ES PEDIR SANIDAD A DIOS, sino el por qué hemos enfermado, el por qué ha venido sobre nosotros el mal. Y sin prisas, orando, y esperando en Dios, soportamos con fortaleza y resistiendo a la enfermedad, hasta que Dios nos muestre cual ha sido, o está siendo, la razón y causa de la misma en nosotros.

Una vez aclarado ante Dios, una vez Él nos ha mostrado la razón; si tenemos que pedir perdón y arrepentirnos, lo hacemos. Si hemos de dejar de hacer el mal que veníamos haciendo lo hacemos, si tenemos que reconocer nuestro exceso de amor propio, lo hacemos, y... es Dios quien nos ha de mostrar la causa y razón de nuestra enfermedad, y una vez ante Él aclarada, ante su luz vista, entonces pues no pediremos ser sanados, sino que sabremos que ya hemos sido sanados, porque Dios es fiel a Su Palabra. Pero no olvidemos que la causa de nuestra enfermedad y siempre, es por andar, o haber andando, contrarios a Su Palabra y Voluntad.

Una vez resuelta la causa, sin dudar será resuelta la consecuencia. A Dios no le agrada hacer sufrir a sus hijos, ni verlos sufrir, y como he dicho y por lo general la enfermedad no dudará más allá de lo que es estrictamente necesario, a no ser que Dios nos la quiera dejar en nosotros, como lo hizo con Tito, con Pablo, y otros más. Y ello, porque consideró que lo primordial era que anduviesen por su gracia, sin confiar para nada en su fuerza natural.

Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros.     


divendres, de gener 08, 2010

Qué es la Lectio Divina?


La Biblia es la Palabra de Dios siempre viva y nueva. La Lectio Divina es un modo tradicional de orar la Sagrada Escritura de modo que la Palabra de Dios pueda penetrar en los corazones y poder crecer en una relación íntima con el Señor. Es un modo muy sencillo de orar, desarrollado y practicado por la Iglesia desde los primeros siglos.

Por algunos siglos leer la Biblia en la propia lengua fue casi imposible y esto condujo a una disminución en la práctica de la Lectio Divina. En estos últimos años, por fortuna, junto a toda la Iglesia, ha vuelto a reencontrarse la importancia de la Lectio Divina como un modo privilegiado de crecer en relación con Jesucristo. A través de la práctica individual y comunitaria de la Lectio Divina nos preparamos a la Palabra de Dios de modo que podamos mirar al mundo con los ojos de Dios y amar lo que vemos con el corazón de Dios.

La frase latina "Lectio Divina" significa "lectura divina" y describe el modo de leer la Sagrada Escritura: alejarse gradualmente de los propios esquemas y abrirse a lo que Dios nos quiere decir. En el siglo XII, un monje cartujo, llamado Guigo, describió las etapas más importantes de la "lectura divina". La práctica individual o en grupo de la Lectio Divina puede tomar diversas formas, pero la descripción de Guigo permanece como fundamental.

Guigo escribió que la primera grada de esta forma de rezar es la lectio (lectura). Es el momento en el que leemos la Palabra de Dios lenta y atentamente, de modo que penetre dentro de nosotros. Para esta forma de oración se puede escoger cualquier breve pasaje de la Escritura.


La segunda grada es la meditatio (meditación). Durante esta etapa se reflexiona y se rumía el texto bíblico a fin de que extraigamos de él, lo que Dios quiere darnos.


La tercera grada es la oratio (oración), es el momento de dejar aparte nuestro modo de pensar y permitir a nuestro corazón hablar con Dios. Nuestra oración está inspirada por nuestra reflexión de la Palabra de Dios.

La última etapa o grada es la contemplatio (contemplación), en la cual nos abandonamos totalmente a las palabras y pensamientos santos. Es el momento en el cual nosotros sencillamente reposamos en la Palabra de Dios y escuchamos, en lo más profundo de nuestro ser, la voz de Dios que habla dentro de nosotros. Mientras escuchamos, nos estamos transformando gradualmente por dentro. Evidentemente esta transformación tendrá un efecto profundo sobre nuestro comportamiento y, cómo vivamos, testimoniará la autenticidad de nuestra oración. Debemos meter en nuestra vida de cada día lo que leemos en la Palabra de Dios.

Estas etapas de la Lectio Divina no son reglas fijas que hay que seguir, sino simples orientaciones sobre cómo desarrollar normalmente la oración. Se encuentra una mayor simplicidad y una disposición mayor en escuchar que no en hablar. Gradualmente las palabras de la Sagrada Escritura empiezan a librarse y la Palabra se revela delante de los ojos de nuestro corazón. El tiempo dedicado a cada etapa dependerá si la Lectio Divina se hace individualmente o en grupo. Si el método se desarrolla para la oración en grupo, es evidente que será necesaria un mínima estructura. En la oración en grupo la Lectio Divina puede permitir el diálogo sobre las implicaciones de la Palabra de Dios en la vida cotidiana, pero no se debe reducir a esto. La oración tiende más hacia el silencio. Si el grupo se siente llevado más al silencio, entonces se puede dedicar más tiempo a la contemplación.

Por muchos siglos la práctica de la Lectio Divina, como un modo de orar la Sagrada Escritura, ha sido una fuente de crecimiento en la relación con Cristo. En nuestros días son muchos los individuos y grupos que la están redescubriendo. La Palabra de Dios es viva y activa, y transformará a cada uno de nosotros si nos abrimos a recibir lo que Dios nos quiere dar.


Ver fuente aquí...