dimecres, d’abril 22, 2009

Consumado es?...

Jn. 19:30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.

Seguimos pidiendo, reclamando, esperando; sin darnos cuenta que por parte de Dios todo cuanto tenía que hacer por nosotros, todo; ha sido por él hecho, consumado.

La Escritura nos dice: “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. ¿Qué más podemos pedirle a Dios?.

Es Dios, por gracia, quien se ha dado así mismo por nosotros. Y aun así, nosotros, seguimos esperando que Dios obre en nuestro favor sin darnos cuenta que con ello más que creer, más que poner en práctica nuestra fe; lo que en verdad estamos haciendo es invalidar todo cuanto Él, por medio de Jesucristo el Señor, ha pagado en la cruz del Calvario.

Las últimas palabras de nuestro Señor Jesucristo en la cruz fueron muy claras: CONSUMADO ES –todo está hecho–. Por su parte todo cuanto tenía que hacer por nosotros y sin acepción, ha sido plenamente consumado. Pero sin dudarlo el problema sigue estando en nosotros, por la sencilla razón que hemos dejado de lado y totalmente el mensaje, el grandioso y glorioso mensaje de salvación. Hemos olvidado que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios, y: ¿dónde está la Palabra de Dios hoy?; ¿qué lugar ocupa en nuestras vidas su Palabra, su mensaje, su enseñanza...?

Dios, por su poder, nos ha concedido todo lo que necesitamos para la vida y la devoción, al hacernos conocer a aquel que nos llamó por su propia grandeza y sus obras maravillosas, y: ¿dónde le dejamos a él y su Palabra?.

No nos dejemos engañar: la fe nace al oir el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo. Y si en nosotros no está la Palabra, por mucho que andemos tras nuestros propios gustos y razonamientos a tal cual entendemos y por nosotros mismos creemos, a la verdad únicamente estaremos andando conforme el mundo mismo anda: sin entendimiento alguno de aquel que es el camino, y la verdad, y la vida.

Pregunto: ¿cuándo es la última vez que hemos puesto en práctica el mensaje de salvación?; ¿cual es el conocimiento que de él tenemos?...

Si seguimos creyendo a nuestra manera y modo, a tal cual consideramos es lo correcto y según nuestros personales critérios; únicamente estaremos andando conforme a mundanos razonares y gustos, y a tal cual por nosotros mismos logramos entender quien es Dios. Olvidando que ha sido Dios mismo, en la persona del Hijo, quien ha venido hasta nosotros y nos ha dado a conocer su voluntad, que no es otra que logremos ser salvos conforme Él y, en su sola potestad, para nuestro bien mayor ha dispuesto.

Recordemos que Adán y Eva sucumbieron a la tentación de comer del árbol del bien y del mal, de ser como Dios. Y ello es lo que muchos de nosotros y sin darnos cuenta vienen haciendo cada día en sus vidas. Dios nos ha dado a conocer su Palabra y voluntad y, por sobre todo, nos ha dado a conocer su Evangelio. Y el Evangelio nos muestra a la perfección el camino a seguir: Cristo mismo. Es nuestro Señor Jesucristo quien nos dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.

¿Cuándo ha sido la última vez que has leído el Evangelio y lo has puesto por obra en tu vida?... ¿cómo pues podemos decir que somos hijos de Dios si no sabemos tan siquiera cual es su voluntad para con nosotros?. No. Dios nos ha hecho herederos de todas sus promesas. Pero son sus promesas. Conforme a su Palabra, y a tal cual Él y en su sola potestad ha dispuesto para con todos sus hijos. Pero olvidamos muy facilmente que Dios es Dios, y que Él es Soberano.

¿Cómo podemos agradar a Dios si tan siquiera sabemos cual es su voluntad para con nosotros?. No. Hemos de acudir a su Palabra y aprender de Él, en concreto de aquel que Dios ha dispuesto, y por cual podemos ser y en verdad salvos.

¿Y quién es él? pues justamente Jesucristo. Él es quien murió por nosotros en la cruz. Quien vino a dar a conocer a Dios Padre, su Padre, y Padre nuestro. Pero Padre nuestro en unión al Hijo resucitado. Porque sin el Hijo, sin verdadera fe en el Hijo, que es el autor y consumador de la fe, ante Dios Padre Todopoderoso NADA LOGRAREMOS.

Mirémonos cada uno a nosotros mismos y veamos si en verdad andamos a tal cual la voluntad de Dios o, por el contrario, seguimos andando al igual que Adán y Eva: comiendo del árbol del bien y del mal creyendo –y queriendo– ser como Dios.

Que la paz de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros.


dijous, d’abril 16, 2009

El camino...


Levantarse por la mañana. Un día más. Lo primero y como tantas veces, el mirarse a uno mismo: vacío, dudoso, ausente... no. Este no es el camino.

Largos días de silencio, de andar perdido entre mis pensamientos, mis anhelos, mi... yo mismo, un día y otro, y otro... no. Este no es el camino.

Desgana, desaliento, ofuscación, desespero... un día más perdido, sin sentido, buscando en mi, una vez, y otra y otra... no. Este no es el camino.

Un futuro, una vida mejor, un estar lleno de gozo, un... no. Este no es el camino.

Y ando, y sufro, y caigo y me levanto de nuevo, y duele, y sigo... ¿es este el camino?.

¿Cual es el camino?... el dejar de ser, el no ser y en absoluto uno mismo. El desprenderse de si mismo, el clavar los ojos en Aquel que lo es todo. En... ¿es este el camino?...

Sigamos andando, el tiempo es quien cura todas las heridas, y Él, mi Señor, es quien tiene la última palabra. La espero, en ella está el verdadero consuelo.

Silencio. El silencio de nuevo. Gracias Dios mío.

dissabte, d’abril 11, 2009

Unas palabras mi Señor...


Mi Dios, en ti confio. He de darte las gracias por haber puesto tus ojos en mi, tu humilde servidor. 

Mi Señor, deseo tanto conocerte. Deseo tanto ser como tú. Deseo tanto dejar de ser yo; de mirarme a mi mismo, de entregarme plenamente a ti, de ser como un niño necesitado y totalmente dependiente de ti. Deseo tanto contemplarte cada día mi Señor; en cada momento, ante cada situación. Es mi anhelo hoy.

Largos silencios, tus silencios, me hacen ver verdaderamente quien soy: nada sin ti mi Señor.

En tu bondad y misericordia, mi Dios, nos creaste semejantes a ti, con esplendor. Nos diste plena libertad de elegir, de ser como tú, de ser a imagen y semejanza del Creador: en ello está nuestro error: sucumbimos, todos por igual, a la tentación de ser igual a ti, mi Dios.

¿Qué puedo pedirte mi Señor?... ¿Qué más puedo pedir mi Dios?; tanto nos amaste que nos diste a tu unigénito Hijo. Mi Señor y mi Dios... ¿qué más puedo pedirte?.

Palabras me faltan. Y ello me alegra mi Dios. Porque cuando más ando junto a ti, mi Señor, más voy aprendiendo que sin ti nada soy. Que eres mi todo, que sin ti nada puedo, que necesito y cada día de tu vida, de tu gracia, de tu don.

Largas noches de silencio, que hoy; empiezan a tomar su verdadero sentido. Porque tú mi Dios eres el Dios vivo. En ti vivimos mi Señor.

Silencio. De nuevo el silencio. Gracias mi Dios.