dijous, de juliol 03, 2008

Fortaleceos...


Efes. 6:10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.

Por lo demás, hermanos, fortaleceos en el Señor y el poder de su fuerza. Ello es lo que leemos en este versículo, pero claro, no necesariamente lo estamos entendiendo, ¿verdad?... bien, pues a ello vamos, a fortalecernos en Cristo Jesús y su Evangelio.

Andamos y en ocasiones, por no decir de seguido y sin tan siquiera darnos cuenta, dependiendo una y otra vez de nuestras propias fuerzas, de nuestra propia inteligencia, de nuestra propia capacidad, pero no, en Cristo Jesús, mis hermanos, todo es distinto y distante a tal cual el mundo nos lo enseña y pretende hacer ver.

En Cristo Jesús, mis hermanos, todo es distinto, todo es distante. Nuestro deber es el fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza, y para ello, y como en más de una ocasión hemos ya leído, visto, y por sobre todo: ya deberíamos haber comprendido. Para ello, es necesario el morir y nacer de nuevo, del Espíritu. Sí, nos es necesario nacer de nuevo, del Espíritu. Leámoslo en palabras de Jesús mismo:

Jn. 3:7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.

El Cristiano nomás tiene un camino que seguir, un enseñanza que guardar, un deber que cumplir: el guardar la Palabra del Señor. Ello es y en verdad el mostrarle nuestro amor. Es él quien nos dice:

Jn. 14:23 Jesús le contestó: -El que me ama, hace caso de mi palabra; y mi Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a vivir con él.

Y ante ella, su Palabra, nada más podemos que creerla y cuanto antes ponerla por obra en nuestras vidas. Por tanto que el fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza, ello, nos es dado mediante su Palabra, que como bien sabemos y creemos es la única y verdadera

Leamos y de nuevo:

... hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.

No le demos más vueltas, este es nuestro deber hoy, el fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza. Y para ello es necesaria la oración, la dedicación, y por sobre todo, la atención debida a todo cuanto por su gracia nos está sucediendo en nuestras vidas... por una simple razón: todo en nosotros, y desde el día que creímos en Jesucristo nuestro Señor, desde el día en que libremente tomamos la decisión de servirle, de ser uno con él, de entregarles nuestras vidas, desde ese día, y a tal cual la Promesa, el Espíritu Santo vino a morar en nosotros, sobre nosotros, y la Obra de Dios empezó a tener lugar. Y claro, ahora me preguntarán: ¿cual es la obra de Dios?.... bien, leamos:

2Cor. 5:18 Todo esto es la obra de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el encargo de anunciar la reconciliación.

La RECONCILIACIÓN. Sí, justamente la Obra de Dios no es otra que reconciliarnos con Él, para nuestra Salvación. ¿Y que es la Salvación?... simple: el haber logrado por la gracia de Dios haber sido redimido, quebrantado, y por sobre todo librado de uno mismo, para la gloria de Dios. Ello es la Salvación, ello es ser Salvo: EL SER LIBRADO DE SÍ MISMO PARA DIOS.

Mis queridos hermanos, se que no siempre nos resulta fácil entender a primeras lo que Dios y en su gracia nos está tratando de hacer ver y entender, no siempre, pero por la gracia de Dios, y en Cristo, tenemos todas las promesas de Dios a nuestro alcance, y una de ellas no es otra que, y en palabras de Jesús mismo:


Jn. 15:7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.

No hay más que pedir para de él recibir, nada más, pero sepan que hay que pedir en su Nombre, por tanto que escrito está, enseñanza del Señor es, y como bien hemos leído, ES SU PALABRA LA QUE HAY QUE GUARDAR:

Jn. 16:24 Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.

¿Y que es pedir en su Nombre?... mis queridos hermanos, si Dios y en su gracia les ha dado ojos para ver, en verdad deberían ya estar viendo. Para poder pedir en su Nombre, mis hermanos, es NECESARIO...

... hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.

En Cristo Jesús, les bendigo.